Tierra, agricultura orgánica y aprendizaje
En Colombia con el conflicto social y armado, el tema de tierras se ve como un negocio y un determinante clave para la economía rural, esto ha llevado a la concentración de tierras en manos de la oligarquía nacional. El campesinado se convierte en uno de los sectores más afectados por el desplazamiento forzado, emigrando a la ciudad con pocas posibilidades de subsistencia y de retorno. Frente a estas problemáticas de acaparamiento de tierras, se evidencia la necesidad de una Reforma Agraria que solucione el problema de repartición y propiedad de la tierra, tal como lo reza el Art. 64 de la Constitución Política Colombiana:
“Es deber del estado promover el acceso progresivo a la propiedad de la tierra de los trabajadores agrarios en forma individual o asociativa, y a los servicios de educación, salud, vivienda, seguridad social, recreación, crédito, comunicaciones, comercialización de los productos, asistencia técnica y empresarial, con el fin de mejorar el ingreso y calidad de vida de los campesinos”
Es de anotar que en la realidad no se ha dado cumplimiento a este artículo pues, no se ha promovido el acceso a la tenencia de la tierra y en muchos lugares del país ha existido el abandono por parte del Estado dejando millares de niños (as) sin educación. Por otra parte, la ley 100 que promovió el senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez es considerada por muchos profesores de la salud pública el fracaso del diseño estatal que ha llevado a la crisis a todo el sector de salud. Además, gran parte de la población paga arriendo de sus viviendas y la calidad de vida de los campesinos no es digna.
Con estas condiciones, la figura de compra y venta es la más utilizada para intentar acceder a la tierra. La familia Ríos por ejemplo, logró formalizarla mediante el ahorro y el trabajo consciente, dándole a su territorio un enfoque colectivo en la medida que se utiliza para compartir aprendizajes con todas las comunidades que sienten curiosidad por realizar una agricultura sostenible y sustentable, de manera que todas las personas puedan acceder al derecho a una alimentación limpia y saludable.
Respecto a las expectativas económicas, muchas tiendas orgánicas de la ciudad de Medellín y de Rionegro, buscan a Jhon Ríos para que les surta, él a su vez genera redes de comercio para lograr satisfacer la demanda que cada vez aumenta. La comercializadora JR Orgánicos de su propiedad, surte mercados semanales que incluso se llevan a ciudades lejanas como Barranquilla y Cartagena que requieren transporte aéreo.
En este sentido, cambiar el pensamiento y el accionar tiene repercusiones, las personas ven en la agricultura orgánica la esperanza y la salvación no sólo del cuerpo, sino del espíritu y la naturaleza. Día a día esta experiencia se vuelve multiplicadora, sumando cada vez nuevos campesinos, vendedores, transportadores y consumidores, al igual que más territorios con vocación agrícola tradicional.
A nivel económico, la familia Ríos ve en la agricultura orgánica numerosas ideas por implementarse, como lo es generar una cadena de comercio de abonos o insumos sin venenos; mercados y restaurantes orgánicos; almacenamiento y producción de jugos para terapias como la Gerson, barras de cereal con productos andinos ancestrales, inclusión de jugos verdes para tratar el cáncer. Existe todo un mercado por potenciar, crear e inventar que parte de la economía solidaria que busca dignificar la vida del campesinado; mientras que en lo urbano favorece los sectores populares, es por ello que el aumento en la producción de comida orgánica es mínimo, frente a la demanda que se proyecta actualmente.
En el ámbito cultural hay una transformación de paradigmas, las personas valoran cada vez más este tipo de prácticas y les resulta un placer visitar estas escuelas en las que se comparten saberes y se duplica la experiencia. Una práctica bien valorada es la utilización de la bosta de vaca como fertilizante de diversos cultivos, multiplicación de los microorganismos de la tierra a ser cultivada, generación de fuentes de agua para garantizar la producción de los alimentos, camas de sembradíos en curvas a nivel (si el terreno es empinado) y/o espirales (si la tierra es plana), desintoxicación y nutrición del suelo como organismo vivo. A sí mismo, se empiezan a incluir en las recetas de cada cocina una variedad en la textura y sabores que buscan la buena nutrición, acompañada de la salud.
Se tiene la gran expectativa de fortalecer las relaciones entre los sectores urbanos y los pequeños y medianos productores rurales; que permitan la transición de una alimentación basada en agro-tóxicos a una orgánica, en la que se resalta el papel de las familias campesinas en su ejercicio cotidiano de soberanía alimentaria y como un ejercicio político en el que la agricultura se convierte, en la principal herramienta de resistencia y re-existencia.