Las Pampas de Jailía
El Estado Plurinacional Bolivia, políticamente se divide en nueve departamentos. En la región sudeste se encuentra ubicado el departamento de Chuquisaca, dividido políticamente en 10 provincias y 28 secciones municipales. En este territorio, el municipio de Camataqui - Villa Abecia es capital de la primera sección de la provincia Sud Cinti y está formada por tres secciones municipales.
Camataqui - Villa Abecia se encuentra a 393 km al sur de la ciudad de Sucre capital del departamento de Chuquisaca, ubicada sobre la carretera troncal que comunica a las ciudades de Potosí y Tarija. Cartográficamente se encuentra entre el meridiano 20º 51’ y 21º 04’ de Latitud Sur y entre los 65º 08’ y 64º 27’ de Latitud Oeste del Meridiano de Greenwich.
La experiencia de la que daremos cuenta tiene como locación a la comunidad de Jailía situada en el distrito dos (2), a 20º 55’ 41’’ de latitud y 65º 16’ 19’’ de longitud, en un espacio denominado Pampas de Jailía, tierra virgen donde se va constituyendo el primer asentamiento humano por movilidad climática.
Antes de migrar mejor demandar tierra
Indiscutiblemente, los efectos del cambio climático se viven de distinta formas en el campo que en la ciudad. Don Francisco Garnica presidente de la recién conformada Asociación Integral de Riego (AIR) Valle Nuevo, tiene clara esta dura situación a la que se enfrentan las familias en el campo.
“En la ciudad hay más apoyo y mejores formas de adaptarse, hay predicciones de cuándo va llover, si cae helada se abrigan, usan estufas eléctricas o a gas”, en cambio “en al campo llega la riada sin avisar y se lleva toda la producción, a veces antecitos de cosechar, o llega la helada no hay cómo poner estufita que aguante y se pierde el cien por ciento de nuestra producción”.
Don Francisco cuenta que estos fenómenos climáticos extremos se han vuelto recurrentes y de mayor intensidad año tras año. Producen graves daños, sobre todo porque se presentan de forma inesperada y cada vez con mayor intensidad. La sequía, las fuertes lluvias que ocasionan riadas, las heladas, son los fenómenos que hacen que la producción agrícola pecuaria, sea cada vez más difícil, y por lo tanto, la vida en el campo sea insostenible.
Por esta razón, muchos habitantes deben migrar junto a su familia, principalmente a la ciudad de Tarija o al vecino país de Argentina, en busca de nuevas oportunidades. Esta historia se repite en todo el municipio y parece ser un factor común en este tipo de zonas rurales bolivianas. Con este continuo desplazamiento, varias familias optan por quedarse en las ciudades que les brindan empleos, dejando el campo deshabitado, por lo tanto con menos producción local que satisfaga las necesidades alimentarias propias y de las ciudades.
Muchos de los que migran afirman que se extraña el país, pero cada vez es más riesgoso retornar al país, por los recurrentes asaltos fronterizos que se están volviendo más comunes. Los migrantes cruzan la frontera para realizar actividad agrícola y cuando ésta termina el retorno es previsible, por lo tanto la inseguridad crece. Algunos también comentan sobre lo desgastante que es tener una vida doble, “un estar aquí y allá, cansa”. Y hay varios casos de personas que comenzaron una familia y la idea de retorno se va alejando, ya que sin pensarlo mucho ya se establecieron en el lugar donde encontraron trabajo.
“Al principio yo no quería volver, pero desde la comidita, las fiestas, la gente y lo que es de uno, es de uno, se extraña todo. Allá uno va a trabajar de peón, en las fincas de La Plata y al volver corremos el riesgo de que en la frontera nos roben toda la platita ganada en la temporada de cosecha”. Afirma don Francisco, que tiene a dos de sus tres hijos en La Plata, provincia Argentina donde la agricultura es la principal actividad y que alberga el mayor número de migrantes del campo boliviano.
El municipio de Villa Abecia, no está exento de esta situación y el distrito 2 es el más afectado por los fenómenos climáticos extremos, y que genera los más altos índices de migración a la Argentina. El distrito 2 está formado por cuatro comunidades, tres de ellas con vocación agrícola: Achuma, La Abra y Jailía. En Charpaxi, la cuarta y más pequeña comunidad, los habitantes se dedican a la minería a baja escala.
Conscientes de su realidad y de que la organización es la base de toda conquista, 100 familias de las comunidades de Achuma, La Abra y Jailía, conforman la Asociación Integral de Riego. El objetivo principal de esta asociación fue solicitar y lograr que el municipio les colabore en el acceso a la tierra en la zona que conocían como las Pampas de Jailía.
El gobierno municipal tenía pensado beneficiar a las comunidades de forma específica e individual con un proyecto de implementación de riego tecnificado por goteo, pero era una inversión grande y limitado a un espacio reducido por las riadas. Las parcelas se ubican a orillas del río Achuma y debido a las riadas fueron reduciendo su extensión. Es por esto que la Asociación Integral de Riego, propone al municipio la habilitación de Las Pampas de Jailía y en estas tierras, recién desarrollar la implementación del proyecto de riego de forma coordinada entre las tres comunidades.
En el lugar dicen que agua es el principal elemento para el desarrollo de la producción, pero hay otro que también es imprescindible: la tierra. “Si no hay agua, ni tierra, no hay vida, no hay producción y es algo que está muy metido en la conciencia de los jailieños”, dice don Pedro Aguanta.
El nuevo asentamiento en la Pampa de Jailía implicó también una reorganización en dicho ecosistema y un complejo proceso de reorganización socio-cultural. No olvidemos que la Asociación está conformada por socios de tres comunidades diferentes (Jailía, La Abra y Achuma) ahora embarcados en el desafío de construir un emprendimiento productivo colectivo.
Las familias que son parte del emprendimiento agrícola en la Pampa de Jailía, desarrollaron un proceso de auto-reconocimiento de sus capacidades para enfrentar los cambios y comprender la dinámica del ecosistema de la Pampa. No se constituyen en una nueva comunidad, sino un emprendimiento que reconoce el lugar que habita y la experiencia de las comunidades involucradas. Respetando sus prácticas, revalorizando los saberes para la producción agrícola, respetando sus formas de trabajo, costumbres, fiestas, etc.
El caso constituye un ejercicio que pone a prueba las capacidades para generar una mayor resiliencia ante el cambio climático y un imperativo para detener la migración. El primer desafio es el ejercicio de la constitución de un emprendimiento en solidaridad respetando las diferencias y reconociendo la potencialidad de trabajar unidos (as). Este carácter innovador está atrayendo la atención y expectativa de otras comunidades respecto de los resultados del emprendimiento. Este sería un proyecto piloto y con la posibilidad de reproducirse en otras zonas del municipio.