Equilibrio agropecuario
Según el Plan de Vida, “La reconversión productiva comprende el rescate y mejoramiento del modelo Nasa Tul”, el modo tradicional en el que se plantan en la huerta familiar variedad de cultivos (yuca, banano, fríjol, maíz, frutales). “Se plantea como una estrategia importante para la autonomía alimentaria de la familia indígena y base productiva de reconstrucción de la cosmovisión Nasa, que integra procesos productivos diferenciados con procesos simultáneos de conservación de los recursos naturales y ecosistemas estratégicos.”, continua explicando el documento.
De este modo, todas las familias tienen su tul para el consumo propio que, en casi la totalidad de casos, es sembrado con semillas nativas, de origen propio. El mayor Luis Alberto explica el reconocimiento que se la hace a la tierra desde su visión nasa, “en términos espirituales, nosotros apreciamos la tierra como nuestra madre, y como nuestra madre no se le debe dar un cambio por dinero. Más bien hay que ayudarla y no exigir tanto a nivel de producción, metiéndole abonos químicos, venenos; hay que respetarla. Nosotros usamos semillas nativas, y no usamos más que abonos orgánicos, que hacemos con los excrementos de los animales”. El joven Andrés Dicue, por su parte, afirma lo siguiente sobre el tema: “No queremos que esos productos químicos y genéticamente modificados nos invadan, hacemos resistencia desde que sembramos nuestros propios alimentos; cuando sembramos una matica de yuca, una de maíz, desde ese momento estamos haciendo resistencia ante las fuerzas que nos quieren invadir a nosotros”.
Para el consumo propio casi todos usan semillas nativas, sin embargo en materia de monocultivos, del café por ejemplo, pocas familias continúan con la semilla nativa, infelizmente la mayoría usa semillas genéticamente modificadas. Y con los transgénicos llegan casi necesariamente los herbicidas químicos. “Nosotros estamos intentando concienciar de que si echamos agroquímicos estamos matando a nuestra mamá, que es la que nos da de comer” dice Roberto Campos, dinamizador de la parte que enlaza la ya’ha de salud con la de agropecuaria. El trabajo por parte de estas dos ya’jas es intenso, pero se trata de un proceso lento.
Desequilibrio en cultivos ilícitos
Aun si es cierto que el tul nasa es una práctica casi universalizada en el cabildo de Corinto, hecho remarcable, también es cierto que el contexto económico regional ha llevado a las comunidades indígenas a tenerse que beneficiar también de cultivos ilícitos. Durante las últimas dos décadas ha crecido exponencialmente el cultivo de marihuana y coca que llegó a estas tierras en los años ochenta. Roberto Campos, con pesar, acepta que a nivel de producción para comercialización están teniendo que hacer un gran esfuerzo de concientización para erradicar estos cultivos. Debido a que la zona de Corinto ha adquirido un papel principal en el país –y se podría afirmar que en todo el continente americano- en el cultivo de estas plantas, muchas familias nasa han necesitado adaptarse a la actividad económica que más facilita la entrada de recursos en la casa.
El secretario Marino cuenta una curiosidad; “la diferencia entre el indio y el agricultor colombiano es que, si este último, cuando cultiva marihuana, la planta en toda su parcela de tierra, el indio la planta en una parte de ella, como si se tratara de una planta más de su tul que le ayuda a equilibrar la mensualidad”. Y haciendo números se puede comprobar que, considerando un espacio de tierra de cultivo para comercialización, la diferencia entre plantar yuca o marihuana es abismal. También el jornal de un comunero que va a trabajar ocho horas cortando marihuana en tierras ajenas es considerablemente mejor que el que va a cortar caña o café. Los agricultores no son conscientes de que son la primera pieza del horrible y sangriento engranaje del narcotráfico, sino que para ellos cultivar el cannabis o la coca representa una actividad económica como podría ser cualquier otra.
De modo que, a pesar de que las consecuencias –relaciones de poder que derivan en ajustes de cuentas, el abuso de substancias estupefacientes y todo lo que engloba el narcotráfico- sean contradictorias con los valores de la cultura nasa, cultivar estas plantas acaba siendo a veces lo más eficaz y provechoso para una familia agricultora humilde. La influencia de las relaciones entre actores del narcotráfico, sobre todo en lo alto de las veredas donde están aún instalados reductos de las FARC, la inflación y el injustísimo bajo precio al que se ven obligados a vender otros productos, impulsan a los indígenas a seguir cultivando estas materias. Muchos intereses están en juego. Durante su periodo como gobernador, y luego como presidente del CRIC, Cristóbal Secué también indagó y luchó para terminar con estos cultivos en resguardo indígena, y como ya se ha contado, terminó asesinado.
El proceso del Plan de Vida Chxa Chxã Wala sin embargo, está llevando mucha consciencia y participación a las comunidades y llega a cambiar a nivel esencial la vida de algunos comuneros. Es el ejemplo de un nasa de la vereda Media Naranja de quien se mantiene el anonimato, que cuenta como para vivir ha plantado coca toda su vida, e incluso durante dos años trabajó en un laboratorio de fabricación de cocaína pero, hace dos años y medio empezó a envolverse más con las asambleas y las actividades de la comunidad y del cabildo y hoy trabaja en la ya’ja de salud como dinamizador de rituales. “Esta es sin duda la mejor etapa de mi vida, en el cabildo conozco a más gente, la comunidad lo envuelve a uno y lo ayuda”, expresa. La recuperación de la identidad y la espiritualidad propias, el hecho de darse cuenta de que se es parte de una comunidad unida o abandonar el concepto de productividad capitalista son algunas de las piezas de un proceso vital muy importante para estos individuos que han vivido, desde hace 50 años, en una de las regiones más afectadas por el conflicto armado colombiano. Hay que entender, pues, el narcotráfico como un fenómeno coyuntural por el que se ven afectados estos pueblos que están haciendo un intenso trabajo de recuperación de su autonomía, sus usos y sus costumbres.
Proyectos alternativos
Esta problemática acaba siendo un debate continuo en las Juntas de Acción Comunal. En varias veredas hay comuneros concientizados que llaman la atención de sus vecinos que tienen plantas de coca destinadas al comercio y no a su uso sagrado. Existen varios casos de grupos de comuneros que han hecho el salto para convertirse en comunidades sostenibles. En una vereda se han asociado algunas familias para construir una cooperativa de árboles frutales para la comercialización de jugos. Otro proyecto que está avanzando y creciendo es la venta sin intermediarios mediante un puesto que se coloca todos los fines de semana en la feria del pueblo.
Y el proyecto de más envergadura que funciona hace casi 20 años es el Almacén Cxha Cxhã Wala: la ya’ja de agropecuaria ha trabajado en la estrategia de comercialización y venta de productos al por mayor y al detalle a través de este almacén que ha conseguido generar un canal de compra y venta de productos de primera necesidad combinado con la venta de alimentos cosechados por las comunidades indígenas con una clasificación de calidad de productos. Se ha conseguido crear una marca indígena propia que identifica los productos con la comunidad. De este modo Cxha Cxhã Wala no solo es el Plan de Vida, sino que es el proceso de organización y es la marca propia de productos comercializados ya fuera de la comunidad también.
Proyección de crecimiento
Actualmente se sigue luchando para crecer como nación Nasa desde lo místico y desde lo territorial; por un lado con el fortalecimiento de la espiritualidad y la lengua propias y por el otro manteniendo el pulso contra el latifundio y el Estado –representado a nivel nacional, departamental y municipal– resistiendo en el proceso que en el Cauca llaman de Liberación de la Madre Tierra. Tierra y espiritualidad, desasociables, son complementarias y tienen una relación de simbiosis, la una no puede vivir sin la otra.
Armonía y proceso de paz
Para el pueblo nasa el Plan de Vida es el Sxa’w, el sueño colectivo, en el que se busca caminar en equilibrio y en armonía con Uma Kiwe, es decir, lo que en los últimos años se ha dado a conocer sobre todo desde los pueblos indígenas de Ecuador y Bolívia, como el Sumak Kawsay -en quechua-, el Buen Vivir. Se busca lograr esta armonía con la Tierra y la comunidad a través de la gestión del cabildo, la participación activa de toda la comunidad y la indispensable ayuda de los mayores y los médicos tradicionales o teh walas, personas con experiencia y conocimiento en usos y costumbres nasa, en remedios naturales y plantas medicinales que saben interpretar cada presente para poder ir acertando y adaptando los mandatos con la comunidad.
Lo ideal, a nivel futurible, sería que en este largo plazo en el que se espera poder realizar el Plan de Vida, se llegue a alcanzar algo parecido a la recuperación de la comunidad nasa, en convivencia con la naturaleza, la espiritualidad y, lo que es siempre más costoso, con su entorno social. En este entorno social están incluidos los intereses de grandes transnacionales extractivistas y del Estado, que suelen contradecirse con los de las comunidades indígenas.
“Ahora lo que se nos viene encima es la mega-minería y el postconflicto. Ellos están negociando unos intereses en La Habana pero no tienen en cuenta al pueblo y menos a las comunidades indígenas y podrían estar perfectamente negociando nuestro territorio. La paz la firmarán allá entre ellos pero acá no significará nada, si hay pobreza y gente poderosa que nos quiere pisotear, no habrá paz”, expone afectada la comisaria Idalia, refiriéndose a los acuerdos de paz que están siendo negociados entre el estado colombiano y las FARC en La Habana, Cuba. “La mega-minería viene avanzando poco a poco, amparada por el gobierno y por las famosas licencias supuestamente legales, y vienen sacando a la gente de su territorio, destruyendo pueblos. Nosotros nos vamos a parar muy firme, pero sabemos que es un problema social que se nos viene encima y que es muy complicado. Con las multinacionales viene el estado, y a esos no les importa matar y pasar por encima con tal de conseguir su objetivo”, culmina la dirigente indígena.
Espiritualidad en su esencia
Una personalidad única entre el pueblo nasa, el teh wala Aureliano del cabildo de Toéz Caloto, a media hora de Corinto, pronunció estas palabras en el ritual de la Apagada del Fogón, este mes de marzo: “Estamos en una era de mucha energía negativa. De explotadores de culturas y recursos naturales. Y este es el tiempo de ellos pero ellos mismos nos ayudaran a liberarnos de todas esas energías negativas, del egoísmo, la envidia, la pereza, el odio...”
Respecto a la espiritualidad, el mayor Aureliano está realizando un trabajo intenso de investigación energética y empírica desde el Tejido de Espiritualidad de la ACIN. En el ritual explicó lo siguiente, alrededor del fuego: “Nuestro Abuelo Fuego está conectado en el corazón de nuestra Madre Tierra y nuestro Padre Sol, y ellos están invitados a sanar nuestros cuerpos, nuestras familias y nuestro territorio. Están las tulpas, nuestras piedras sagradas; la madre, el padre y los hijos, que somos todos. Y está la leña, la coca, la chicha. Todos tienen una fuerza espiritual para ayudarnos. Porque la esencia de nosotros es esta. Somos Icpx, fuego, somos Yuhj, agua, somos Kiwe, tierra i somos Guegia, viento.”
Muchos comuneros y comuneras no sienten en lo profundo tal espiritualidad a raíz de un proceso de alienación que lleva más de 500 años en acción, pero que ya ha frenado. Desde hace unos cinco años se celebran rituales espirituales en comunidad con los mayores mucho más frecuentemente, a veces semanalmente. Y una vez al año, cada vez en un cabildo distinto del norte del Cauca, se celebra el gran ritual de pagamiento a la tierra llamado Saakhelu. Danzas y ofrenda de semillas nativas a la madre de la comunidad, la tierra. La belleza y la profundidad de estas costumbres demuestran que nunca se han perdido sino que se han mantenido en resistencia en los distintos elementos y en la sabiduría ancestral de su pueblo.
Liberación de la Madre Tierra
Más allá de la ampliación inminente con los 47 títulos que, por ahora, han pasado de propiedad privada a colectiva, el resguardo de Corinto está queriendo crecer mediante otro mecanismo, la Liberación de la Madre Tierra. En la planicie inmediata después del piedemonte del macizo Colombiano el pueblo Nasa está liberando unas 6.500 hectáreas de tierra de la invasiva caña de azúcar y la propiedad privada. Este es el proyecto y la acción en la que, no solo la comunidad de Corinto sino los pueblos del norte del Cauca en su conjunto, están dedicando más energías en este periodo.
Hace más de un año ya que se inició este proceso en el que algunas personas han cogido más responsabilidad, acampando en la tierra en cuestión, pero que engloba a toda la comunidad. Se han hecho mingas para cortar la caña plantada por los trabajadores del terrateniente y mingas para plantar maíz. Cuando este último estaba casi listo para ser cosechado, tractores de la propietaria destrozaron y quemaron los cultivos. El pueblo nasa de Corinto sin embargo, en un proceso de paciencia y resistencia pacífica, esperaron a que se recompusiera la tierra y volvieron a cultivar. Actualmente crece maíz en la tierra que está siendo liberada. “Tantas veces nos destrocen el cultivo, tantas veces nos lo quemen, volveremos a plantar. Y así seguiremos hasta que uno de los dos se canse. Y nosotros no nos cansamos fácilmente”, afirmaba el gobernador Hilario en la última asamblea frente un público entusiasmado. En dos ocasiones ha venido la policía con efectivos antidisturbios a desalojar a la comunidad causando decenas de heridos.
“Una de las razones de la liberación que estamos llevando a cabo hoy es que después de tantos años no haya habido justicia por la Masacre de Gualanday, y tantos otros crímenes”, remarca Héctor Favio. Esta liberación simboliza la defensa de la autonomía, el ejercicio pleno de todos los derechos adquiridos a lo largo de la historia de lucha y resistencia de este pueblo y la oposición al modelo de superproducción capitalista que nunca deja descansar la fertilidad y la vida de la tierra.
La liberación de la Madre Tierra de Corinto no es la única en su naturaleza, se están viviendo procesos parecidos en varios cabildos como el del vecino Huellas Caloto, donde se está liberando la finca de La Emperatriz, reivindicada desde hace muchos años. Este proceso englobante, en el que muchas autoridades y médicos tradicionales están dedicando esfuerzo y dedicación se entiende como una nueva tentativa coyuntural de avanzar en la recuperación del territorio ancestral indígena colombiano.
La lucha sigue
“Todos los que estamos en el cabildo, desde el directivo hasta al alguacil, del comunero al gobernador, todo eso es resistencia, hacemos resistencia en las mingas, en las reuniones, en los rituales, en la liberación de la Madre Tierra (…) el significado de resistencia es muy amplio”, sentencia Andrés Dicue. La proyección de crecimiento comunitario viene inseparablemente acompañada de una concepción de lucha que los pueblos indígenas siempre llevan implícita. Pues, como se ha visto a lo largo de este informe, es evidente el perseguimiento por parte de las fuerzas del estado y el poder latifundista de los líderes indígenas y son innumerables los que ya han sido masacrados.
El Cabildo Indígena del Resguardo de Corinto es un ejemplo de éxito en el acceso a la tierra, de alternativa al sistema de desarrollo productivo neoliberal y de autonomía y resistencia que, con sus debilidades y obstáculos, inevitables en una sociedad capitalista y neocolonizada, sigue luchando y creciendo diariamente.