Una expresión de la lucha negra en el Cauca
Reconocimiento en la Constitución de 1991
La Constitución de 1991 reconoce la existencia de pueblos indígenas como poblaciones negras en determinadas regiones del país que entrarán bajo el término “comunidades negras” (Restrepo, 1998: 345-351).
Por esta razón en su lucha por la recuperación de tierras la comunidad se reconoce en un principio como movimiento campesino, quienes a través de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC accedieron a procesos de formación y que en el marco de la reforma agraria de la década de los setenta, tenían como objetivo lograr que las comunidades rurales accedieran a la tierra, como una forma de frenar el acaparamiento de tierras y el latifundio, permitiendo a las comunidades habitar territorios para cultivar y vivir dignamente en ellos. No obstante, luego del reconocimiento hacia las comunidades negras por parte de la Constitución de 1991, la comunidad ve la oportunidad para reivindicarse como afro descendientes y se constituyen como Consejo Comunitario.Para el caso del Consejo Comunitario Comunidad Negra del Pílamo y Palenque se reconocían como campesinos hasta que la ley colombiana, estableció que el Estado debía reconocer y proteger la diversidad étnica y cultural de las comunidades, así como respetar la vida cultural de las comunidades negras y promover su participación en las decisiones de toda la nación en condiciones de igualdad; razones por las cuales la comunidad halla las garantías suficientes para identificarse y reivindicarse en sus raíces negras a partir de la década de los noventa.
Comités Regionales de Educación Campesina
La historia de resistencia de las comunidades afro descendientes del Consejo Comunitario del Pílamo y Palenque, tiene sus inicios a finales de los años 70, cuando a través de procesos organizacionales en algunas regiones como el Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC- junto a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC, conforman Comités Regionales de Educación Campesina, de carácter y de espíritu formativo, con el propósito de recuperar las tierras.
Una construcción conjunta
La comunidad llega a la finca del Pílamo guiada por la necesidad de tener un territorio fértil donde poder sembrar sus productos básicos de alimentación y tener una tierra para vivir con sus familias. Según nos relatan Cosme Aponzá y Félix Banguero el ingreso al Pílamo lo realizaron como organización. ANUC junto a los compañeros indígenas con quienes luchaban conjuntamente estableciendo alianzas y uniendo fuerzas ya que tenían en común por una parte, similares condiciones de discriminación histórica y por otra parte las fuertes luchas que libraron los antepasados por la tierra y la libertad de sus gentes, a través de figuras indígenas como Quintín Lame y afro descendientes como José Cinecio Mina.
La relación entre las comunidades indígenas y negras que al pretender el mismo territorio conviven y dialogan en una lógica comunitaria a pesar de las diferencias culturales y étnicas, se mantiene en una pacífica tensión delimitada por los planes de vidas de los pueblos indígenas y los planes de opción propia de futuro de las comunidades afro norte caucanas, que se enfrentan en cuanto a los derechos a la propiedad y el acceso a la tierra.
En el norte del Cauca, cómo en otras regiones de Colombia, la forma de organización primera de las comunidades afro descendientes en la lucha por la tierra, inicialmente se asumió desde el campesinado, esto se evidencia en el caso concreto de la recuperación de tierras de la hacienda del Pílamo, donde la comunidad negra encontró apoyo en el Cabildo Indígena de Huellas que era parte del CRIC, e indígenas y negros se presentan como movimiento campesino encontrando de esta forma una estrategia que permitiera la permanencia y resistencia conjunta en el territorio.