El inicio juntos
Narciso y Segundina comenzaron jóvenes su matrimonio. Él con 17 años y ella con 15 deciden convivir durante dos años, después deciden casarse. Ya llevan 24 años de matrimonio. Narciso reflexiona sobre lo duró que fue para ellos comenzar, sobre todo porque no contaron con el apoyo de sus padres. A esto se suma que no poseían un terreno o vivienda dentro de la comunidad, pese a los esfuerzos de generar ingresos a partir de trabajos eventuales. Al respecto comenta “sin tener nada hemos vivido, no tenía plata seguro, aquella
vez yo tenía un trabajo que era cargar arena en la playa, entonces no tenía, ni casa, ni terreno para trabajar; ella también empezó a trabajar, inclusive vivimos tras la mala voluntad de nuestros padres, porque no querían que vivamos y yo era mal visto por su familia, porque mis padres se dedicaban al trago, no trabajaban mucho por la pobreza; sus papás de mi esposa trabajaban. Entonces mi familia era mal vista, inclusive la mamá de mi esposa lo desheredo, le dijo así tú vas a vivir con este hombre olvídate de venir a mi casa y así contra viento y marea vivimos e inclusive nos perdimos contra la mala voluntad de nuestros papás”.
Deciden probar suerte fuera de la comunidad. El año 1982 viajan hacia el pueblo de Quillabamba centro importante de comercio y actividad agrícola en busca de fuentes laborales. Quillabamba, junto a Cusco y Madre de Dios son destinos de fuerte migración de carácter temporal en la búsqueda de oportunidades de trabajo. Al respecto Narciso comenta “hacia la selva nos fuimos a trabajar, al valle a la selva y estábamos tres meses por el lado de Quillabamba yo trabajaba en la chacra y ella estaba en la cocina esas veces el que nos contrataba nos daba el cuarto y la comida”.
La apuesta por el retorno
Al cabo de tres meses, optan por volver a la comunidad, donde se instalan inicialmente en una pequeña vivienda ubicada dentro de la casa de la madre de Narciso, sobrellevando nuevamente las dificultades y la relación conflictiva con los familiares de ambos “aquí [en la comunidad] todavía no teníamos casa, aquí pasados tres meses volvimos (…) como siempre sus papás [de Segundina] no querían que viviéramos y llegamos a la casa de mi mamá [ella] tenía una chozita y nos prestó, pero como tomaba mi Mamá, cada vez que tomaba, nos tenía que botar de la casa, me decía tienes mujer, tú tienes que trabajar, hazte tu casa, igual mi hermana, que ahora se ha muerto; me decía para mí ha sido esta casa, para mí lo ha hecho mi Papá. Techito de paja tenía para entonces”.
Las condiciones para la pareja al inicio fueron duras ya que la principal fuente de ingresos la obtenían del trabajo de Narciso cargando arena, donde generaba alrededor de quince y veinte soles. El dinero solo servía para cubrir los gastos de alimentación y esta situación no les permitía aún vislumbrar la posibilidad de contar con una vivienda propia. Segundina por su parte se encargaba de las tareas domésticas dentro de la casa. Al tiempo de dos años de residencia en la comunidad, en 1984 la pareja puede adquirir un terreno como usufructuarios.
No obstante, el año 2010, producto del incremento de las precipitaciones fluviales hubo un gran desembalse en el río Quesermayo ocasionando desbordes, deslizamiento y producto de un Huayco (caída de un cerro) sobre la comunidad generando un desastre de gran magnitud, ocasionando pérdidas de vidas humanas y materiales. En el caso de Huancalle hubo una pérdida total de las viviendas, fracturamiento del puente, perdida de áreas de cultivo y el colapso de la carretera asfaltada ruta Cusco-Pisac.
Ante ello, fueron reubicados y beneficiados con la adjudicación de nuevas tierras. La adjudicación fue realizada por el Ministerio de Vivienda y Construcción. Se realizó una lotización a cada uno de los comuneros. Cada familia posee un croquis y un mapa de sus terrenos. Para este trámite canceló solo la elaboración del mapa a los técnicos encargados el valor de 5 soles más un cuy.
El nuevo hogar
Narciso tomo la determinación de concretar la construcción de su casa, mediante un préstamo del banco a través de su madre ya que no contaba con documentos. Lo cual le permitirá comprar los materiales de construcción. “eso me sirvió para comprarme calamina, para comprarme una máquina de coser, con eso nos compramos techito nos pusimos entonces, recién tuvimos casa, como éramos comuneros este sector se ha lotizado sin costo alguno solo había que poner cuota para mandar a hacer el plano esa vez cinco soles de oro era esa vez esa plata teníamos que pagar más un cuy para invitar a los ingenieros, entonces eso di y así sacamos este terreno”.
Pronto y con la colaboración de sus vecinos que le decían “vamos a hacer, hay que trabajar, haz tu casita” el sueño de contar con una vivienda se materializa. Inicialmente la vivienda tenía un espacio para cocinar y otro para dormir, más adelante se fueron agregando otras habitaciones.
Sobre la edificación Narciso recuerda“[La vivienda] era de dos plantas pero de media agua, techo de calamina, había nomás un cuartito, en los bajos nos cocinábamos y arriba teníamos para dormir y después hicimos otra casita, aquello de enfrente de eso [señala la vivienda antigua donde actualmente vive su hija mayor] queda todavía de la otra casa, abajito lo hemos hecho adentro tengo otro de dos niveles también y posterior esto lo hicimos [señala la construcción de la vivienda actual]”.
La experiencia y los cambios que atravesó la familia Raya Poma, están ligados, en gran medida al proceso de transformación organizativa dentro de la comunidad de Huancalle, ya que Narciso formó parte de la nueva generación de comuneros que asumieron la responsabilidad de dar soluciones a las principales problemáticas que atravesada por este entonces la comunidad. La trasformación permitió que las familias mejoraran las condiciones, respecto a la productividad de sus cultivos y por ende la mejora en sus ingresos económicos.