La vida de campo en el contexto urbano
La educación de sus hijos fue un factor determinante para una nueva migración de doña Aída al sector urbano. Debido a los problemas de acceso en el sector donde vivía, recién pudo asistir a la escuela a los once años y sus hijos sufrían ahora los problemas de distancia entre el fundo y la escuela lo que complejizaba su asistencia, por lo que la familia decide trasladarse a la ciudad:
“(…) Es que yo como no había estudiado mucho, no tenía muchos estudios quería algo mejor para mis hijos po´, no quería que ellos quedaran en el campo. Es sacrificada esa vida, tan sacrificada… y yo quería hacer algo más con mis hijos (…)”.
No obstante, el transcurrir de su vida en la ciudad aunque adquiere un cariz distinto, continúa teniendo un carácter rural en la casa adquirida en 1967 en Mulchén
“(…) Vendí todos los animalitos que tenía y compré una casa, y ahí tenía mi vaquita también mis gallinas, mis pavos, mis patos, todo lo que tenía en el campo, traje, claro que no todo, tuve que vender un poco y con eso me daba vueltas mientras tanto, y sembrar también po, igual seguí sembrando (…)”.
El abandono de la vida rural, vista como un impedimento para la formación académica para sus hijos, no significó el abandono de su modo de vida y tradiciones campesinas. Este nuevo contexto también trajo la desempleabilidad de su pareja, lo que conlleva un deterioro en la relación del matrimonio que culmina en 1972 con la separación de ambos. De esta forma, doña Aida queda a cargo de la crianza de todos sus hijos, lo cual dificultó aún más su bienestar y la posibilidad de brindar una calidad de vida digna a su familia. Desde esta situación es que nace la necesidad de buscar una oportunidad de mayor beneficio económico para seguir manteniendo los gastos que demandaba la educación de sus hijos. Es así como en el año 1977 se decide finalmente por emigrar a la ciudad de Santiago de Chile, la capital.
Es en Santiago en donde se produce una desvinculación del quehacer rural, dejando a sus hijos en internados y poco a poco llevándolos hacia Santiago a medida que iban terminando su proceso educativo. Finalmente se establece con su familia en la Capital. En el año 1978 adquiere una propiedad y con el paso del tiempo establece su hogar en la capital, trabajando como asesora del hogar. La llegada a un ambiente esencialmente urbano hizo mucho ruido en su tradicional modo de vida campesino, comentando ella misma lo que significó esta experiencia migratoria.
“(…) Todo es diferente, la cocina es diferente, no se cocina como allá en el sur… yo habían días que de primera no comía ninguna cuestión, además que echaba de menos a mis hijos. No le digo que usted se levantaba y miraba por la ventana. Puras panderetas, puros edificios ¿Qué veía? Nada (…)”.
El insertarse en un medio social en gran medida ajeno al que estaba acostumbrada, crea en ella un sentimiento de depresión durante los primeros años, debido a la incapacidad de situarse dentro del contexto urbano en el que se encuentra. Durante todos estos años, nunca hubo un abandono total de las prácticas culturales que la definieron como una mujer campesina. Habiendo una constante revalidación de costumbres heredadas desde su estancia en el área rural de Mulchén
“(…) Lo único que no podía hacer allá era la cuestión de las hortalizas, de criar aves, eso no. Pero eso no se olvida, porque allá en Santiago la casa adonde compre también, tenía un sitio así que ahí ponía florcitas teníamos una gallina, un gallo, un pato de repente. No era pa´ mucho pero igual siempre tengo conectado (…)”, cuenta doña Aida.
Si bien puede parecer que esto no es proporcionalmente parecido a su actividad en el área rural, es significativo el hecho de seguir conservando la intencionalidad del cultivo y la crianza de animales. Finalmente y después de décadas en un entorno urbano, es que finalmente en el año 2004, por iniciativa personal, desde el interés de volver a un entorno rural, es que decide volver al campo, pero esta vez lo hace al área rural de San Clemente en la comuna de Talca, específicamente en el sector de San José de Perquín, en donde adquiere un terreno por medio de una compra a un privado.
“(…) Mis intenciones, yo siempre dije, que yo algún día yo tenía que volver al campo, pa´ donde fuera pero pal campo, yo no me iba a quedar en la ciudad, porque no me podía acostumbrar a la vida en Santiago, era puro sacrificio pa´ mis hijos, pero ya una vez que estuvieran mis hijos casados, ya no había nada que hacer en Santiago po (…)”.