(Edgar Chamorro, Presidente de la Asociación)
De medieros a propietarios: la estrategia del préstamo bancario
Si bien las áreas protegidas son base importante para el turismo de la región, Carchi es una provincia eminentemente agrícola, pues casi el 48% de la población económicamente activa se dedica a la agricultura, que es la segunda actividad más importante de la provincia. Existe producción de papa, hortalizas, cereales y la actividad ganadera se expresa en una buena producción de leche.
En la Provincia de Carchi más del 87% de las unidades productivas son de pequeños productores, que conjuntamente concentran el 29% de la superficie total de tierras cultivables. En cambio, los grandes productores representan el 2% de las unidades productivas y concentran el 40% de la superficie agrícola. Esto da lugar a que el coeficiente Gini ascienda a 0.77 y exponga una determinante desigualdad en la distribución de tierra (Agenda Territorial Carchi, 2011). La Parroquia San Rafael es sólo una muestra de esta situación, pues la tenencia de la tierra se asienta en los grandes propietarios que alcanzan a tener hasta 200 hectáreas, los medianos entre 10 y 20 hectáreas, y los pequeños propietarios alcanzan una tenencia de 2 hectáreas.
Bajo este escenario de concentración de tierra en grandes productores surge la necesidad de los pobladores de San Rafael por adquirir tierras. Así lo manifiesta Edgar Chamorro, Presidente de la Asociación Agropecuaria San Rafael:
“Nos reunimos la gente que no teníamos tierras, porque todos trabajábamos al partir, de los grandes propietarios o de las personas más pudientes. Bajo la Reforma Agraria solo nos fue otorgado 1 hectárea, pero esas tierras no servían para cultivar, por eso decidimos al fin pedir un crédito y tener nuestras propias tierras para dejar de ser esclavos”.
En la Parroquia de San Rafael existen varias haciendas pertenecientes a grandes propietarios, donde la mayoría de los pobladores trabajaban como jornaleros ocasionales. La posibilidad de independizarse de esta relación patronal era mínima, puesto que la venta de una hacienda suponía el acceso de otro gran propietario. Los jornaleros agrícolas de la parroquia se veían imposibilitados en adquirir la tierra por la exigencia inmediata y en efectivo de sus altos precios.