Pese a la adversidad, una de las fortalezas es la forma de trabajo en la asociación, pues se ha entregado un lote de terreno a cada familia y todas son responsables de la deuda con el banco. A pesar del impacto que ha tenido en el territorio la migración de la población joven, para los miembros de la asociación la posibilidad de acceder a tierra les ha permitido establecerse en la parroquia y que la agricultura se convierta en un importante canal para la generación de ingresos.
Para hacer posible la producción de la tierra se contrata a jornaleros, para complementar la fuerza de trabajo familiar de los treinta socios. Esta asociación no apunta a la ganadería, ni a la crianza de animales menores, uno de sus planes a futuro es crear una pequeña microempresa que les permita otorgar un valor agregado a los actuales productos y otros que se puedan procesar. Su actual perspectiva es dar un valor agregado al tomate, frejol, ají y pimiento; además, piensan sembrar árboles de aguacate para el procesamiento de aceite de aguacate.
El caso de San Rafael como bien lo mencionan sus socios ha sido posible por la perseverancia en la obtención tierras. Como se mencionó anteriormente adquirir un pedazo de tierra en un territorio con alto nivel de concentración de tierra quizá fue un toque de suerte. Sin embargo los miembros de la asociación han persistido en continuar con la producción agrícola, muy a pesar de lo dificultoso de los precios en la comercialización.
La expectativa de la asociación es ampliar sus predios con la compra de más hectáreas para que otros pobladores de la Parroquia y aledaños se mantengan en el territorio y se dediquen a la producción agrícola. Las condiciones climáticas y del suelo son aptas para la producción, solo se requiere de mayor apoyo institucional de parte del Estado para apoyar en la diversificación productiva.