EN EL PARQUE PRINCIPAL MUNICIPIO DE LA UNIÓN ANTIOQUIA, COLOMBIA 2019
Somos dos países: uno urbano, otro rural;
al urbano no le importa lo que pasa en lo rural.
Carlos Arturo Botero
“La Violencia en Colombia” sucedió entre los años 1946 a 1964, pero las personalidades que fueron pioneras en denunciar el tema son German Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña en un libro titulado del mismo modo, en el año 1962. El escrito aportaría material fotográfico, testimonios, historia, estructura social colombiana, elementos estructurales del conflicto, geografía y sociología de la violencia en donde se describe que,
La violencia es algo más que una hecatombe brutal y que los incendios y que la miseria. La violencia es una problemática que no ha pasado, ni ha sido superada. Pervive en sus más hondas implicaciones macerando factores que precipitarán un cambio radical de estructuras en el país.
El movimiento parece ascender de la amplia base campesina hacia el vértice de la pirámide social. Falta solo un programa orgánico, honesto, decidido. Las masas rurales serán de quien les de ese programa, lo aplique, lo realice y logre canalizar sus aspiraciones.
El apartado es una pequeña muestra de la necesidad latente que tenían las comunidades rurales en ese momento, de ahí la importancia de esta manifestación explicita por parte del comité encargado, en cabeza de estos expertos que publicaron desde la recién creada Facultad de sociología de la Universidad Nacional de Colombia.
De acuerdo a lo anterior, el fanatismo político en Colombia no es un hecho nuevo, obedece a acontecimientos históricos concretos, como los emergentes en el siglo XX, cuando sobrevino el denominado período de La Violencia, originado por las indudables diferencias entre los militantes del Partido Liberal y el Partido Conservador en las que:
los combatientes aducían que luchaban por su partido y que defendían los derechos de los respectivos partidos contra las ambiciones del enemigo político… No se explica por qué la militancia en uno u otro partido tenía una importancia tan esencial que hasta parecía justificar el hecho de recurrir a la violencia mortal en las contiendas políticas (Lukas, 2014, pág. 20)
Bajo este panorama mortal, el señor Leonel Botero Botero que se consideraba a fin con el partido liberal, tuvo que migrar del municipio de La Unión-Antioquia, ya que se sintió políticamente vulnerable y abandonó todos los bienes materiales que tenía y se fue a vivir a la subregión Antioqueña Urabá, en el municipio de Chigorodó, lugar en el que conoció a la señora Ana Eva Urrego Rodriguez, en los año 60, ella también era recién desplazada del municipio de Urrao con sus tres hijos María Ofelia Urrego, Edilma Urrego y José Elías Urrego.
Leonel y Ana Eva formalizaron un hogar, a medida que trabajan duro en el campo, con el tiempo accedieron a algunas tierras, que después fueron cambiadas por otras en el municipio de Monte Líbano- Córdoba, lugar en el que nacen los hermanos Hernán Darío Botero Urrego y Carlos Arturo Botero Urrego en el año 1966 y 1970, respectivamente. Este momento histórico, coincide con el período de La Colonización Antioqueña[1] que fue una realidad emergente, en la que surge una “nueva mentalidad y un grupo social emprendedor en el Occidente colombiano, que con el hacha y el machete desmontó selvas, ocupó tierras, fundó ciudades en la cordillera andina y se acostumbró al trabajo y al desarrollo para una sociedad progresista” (2010, págs. 247-248).
No es de extrañar, que la familia Botero, también estuvo inmiscuida en estás lógicas y participaron de estas actividades propias de la época y el contexto que habitaban, para ellos, el tema de fundar o “colonizar espacios” era simplemente un “emprendimiento” mediante el cual accedían a la tierra, a la vez que fundaban ciudades.
Bajo esta situación, en el año 1976, los niños Hernán Darío y Carlos Arturo, fueron enviados nuevamente para Antioquia, a un municipio distinto al originario llamado Ciudad Bolívar, allí fueron encomendados a una tía paterna, que les brindó los cuidados necesarios para que aprobaran la Educación Básica Primaria y el Bachillerato Completo[2] situación, que Carlos manifiesta con nostalgia cuando expresa “me exiliaron para poder estudiar”, lo que significa que no pudieron compartir lo suficiente con la familia, ya que en ese año los hermanos tenían respectivamente ocho y doce años de edad.
En Ciudad Bolívar, Carlos Arturo se destacó por ser un niño económicamente independiente, que se ayudaba mediante la recolección del café, ventas ambulantes, sin descuidar los estudios, que eran de suma importancia para él y su familia.
Finalmente por educar y civilizar este “muchachito” a mí me trajeron a otra cultura totalmente distinta en este país, que es la cafetera, allí hice mi primaria y mi bachillerato, con muchas dificultades porque yo tenía que viajar 400 kilómetros para poder ver a mi papá y mi mamá y los primeros años no los veía sino una vez al año. Eso hizo que yo tuviera que empezar a trabajar desde muy niño, ser negociante, para yo poder conseguir el pasaje e ir a verlos cuando yo quisiera, entonces más o menos desde los ocho años, yo soy independiente económicamente, entonces, por eso es que me he “jubilado” ya tempranamente de muchas cosas (Comunicación personal, 2018).
En el año 1981, cuando cumplió once años de edad, tuvo la responsabilidad de estar pendiente de un cultivo de maíz en el municipio de Montelíbano-Córdoba, afianzándose al campo desde una edad temprana,
¡Mi primer cultivo, fue un cultivo de maíz cuando tenía once años! sin embargo ¡Ya era negociante desde los ocho! Pero ¡Empecé a tomar responsabilidades en la tierra de mi padre; entre los catorce y dieciséis años que empecé yo a administrar fincas, básicamente en la costa! ¡A mí no me gustaba la tierra fría colombiana! ¡Uno dejar ese calor allá bien sabroso, los ríos grandes, el pescado, el ganado, frutas de tierra caliente sin venenos, el calorcito, en fin las culturas costeñas del interior, o sea las sabaneras, que son gente bellísima del arroz tradicional, del maíz en fin, por venirse a donde todo es comprado, donde el frío más bravo, donde los venenos por todas partes, donde el comercio, las comunicaciones, en fin! ¡Eso fue un choque muy duro para mí, pero finalmente! ¡Sobreviví! Y ¡Aquí estoy! ¿Cierto? (Comunicación personal, 2018).
A los dieciséis años cuidaba de los cultivos e ingresó simultáneamente como estudiante a la Universidad Nacional en la que se tituló como ingeniero agrónomo y sin terminar la carrera, empezó la licenciatura en música en la Universidad de Antioquia que también es de carácter pública.
Recién graduado de ambas universidades, abrió un almacén de maquinaria liviana que escaseaba en Monte-Líbano Córdoba, generó múltiples empleos, pero en el año 1995 uno de los empleados fue asesinado y el establecimiento quedó en medio del conflicto y tuvo que abandonar este emprendimiento y repensar una nueva posibilidad de vida en la tierra que siempre lo esperaba:
Cuando los problemas de Monte-Líbano, con ese desplazamiento fuerte, cuando decidí combinar las dos profesiones aquí y me vine a fundar la escuela de música, traté de salir otra vez, otra vez a meterle el pecho a la brisa, entonces me dije la única forma de poder combinar las dos carreras es en la tierrita de La Unión, que es herencia realmente de mis abuelos, mi papá la recibió y nos la entregó a nosotros, pero nunca la trabajó, yo sí la trabajé ¿Cierto? Y tuve la virtud de recibir, por ejemplo, entre tantas cosas, un bosque nativo que según cuentan en la familia, tiene como mínimo entre 80 y 100 años de existencia en poder de la familia, entonces, yo lo recibí y lo cuido desde que tenía 6 años de edad y lo sigo cuidando. Es de los poquitos bosques que quedan aquí cerquita en este municipio y que entregan agua. Pero todo ello ha sido al margen de lo estatal, yo nunca he recibido apoyos interesantes en ese sentido, entre otras cosas, por qué no creo en los impactos que pueda generar el estado como tal, me mantengo muy al margen de eso (Comunicación personal, 2018).
En 1996, el trágico suceso lo desplazó y lo llevó a implementar la ganadería en la tierra del municipio de La Unión- Antioquia. En aquel lugar Salvaguardó la vida y se dedicó a la vez a la música, siendo fundador en el año 1998 de la escuela de música.
Como se evidencia a lo largo de la historia, Carlos nunca ha podido establecer su vida en un lugar específico, todo el tiempo va de un lugar para otro, como quien no tiene un rumbo fijo, siempre empezando de cero, re proyectándose y re inventándose a cada momento, pese a ser propietario de la tierra. Es la intranquilidad de un conflicto que no se resuelve en el país, es la lucha por conservar la vida, la dignidad, es la posibilidad de construir caminos para poder reestablecerse en la tierra.
La única manera de combinar las dos profesiones es allí, entonces, digamos estoy muy entregado casi de tiempo completo...Una pequeña parcela que tenemos de herencia de mi padre y en los últimos diez años, particularmente los últimos cinco, ya estoy viviendo del todo aquí… Yo soy rural… soy polifacético, desarrollo muchas áreas del ser humano, me gusta mucho el humanismo, aprender del que sea y venga de donde venga, sin ponerle estigmas, entonces yo aprendo del conocimiento científico, porque yo tengo alta formación científica y podríamos hablar de genética molecular, sí quieren, pero como también soy campesino, entonces también puedo compartir una conversación en la que hablemos de por qué por ejemplo, el campesino produce carbón de leña ¿Cierto? O por qué tiene que talar los bosques o echar candela a las tierras, a mí me tocó eso también para poder sobrevivir, entonces entiendo perfectamente las dos posiciones (Comunicación personal, 2018).
Se puede decir que básicamente el acceso a la tierra lo ha alcanzado hace poco y con mucho esfuerzo, dado que este empoderado, ha elegido la dignidad y el aprendizaje como forma de hacerle frente a las adversidades, ha tenido una actitud activa, en la que ha decidido luchar frente a los grandes embates que la vida le ha impuesto, es un vencedor, es un hombre inagotable, que vive intensamente el saber ancestral y el conocimiento científico.
A partir del año 2014, Carlos empieza a generar mayor independencia de trabajos externos, centrándose en la tierra que heredaron:
Yo en la tierra tengo la mayoría de las cosas que necesito, es así que eso no lo traduzco solamente en un discurso filosófico de vida, yo lo concreto con acciones y lo concreto con una cosa muy sencilla que se llama: Técnica y tecnología. He llegado a un punto en el que yo creo que soy capaz de fabricar dos terceras partes de lo que necesito en mi explotación...El conocimiento científico ha sido validado, el conocimiento ancestral ha sido recogido, los aportes en creatividad mía también han estado en mi investigación, pero además de eso han estado mediados por la parte económica y por el esfuerzo que se hace en ellos, todo ello ha sido transversalizado por el contacto con la tierra y con la naturaleza.
Soy de origen campesino y sigo amando la tierra y espero no salir de ella muy ligero, pero también pude poner un pie en la civilización moderna y fui entrenado en varias universidades...Sin embargo…Tristemente nuestros profesionales no vuelven al campo, yo sí quise volver al campo, porque siempre tuve un pie en el en el suelo, en la tierra, entonces, después de todos mis estudios, yo soy ingeniero agrónomo, hice una maestría en suelos, también soy licenciado en música, entonces, volví otra vez al campo y no me cambio por nadie ¿Cierto? Aquí hay potencialidades tremendas, aquí hay muchas maneras de uno desarrollarse profesional y personalmente, porque precisamente todo está por hacer, en las sociedades urbanas todo está por comprar, como aquí todo está por hacer, así usted tenga las manos vacías, que no tenga ningún recurso, precisamente es ahí donde usted dice y ve una oportunidad: Todo está por hacer.
Tengo espíritu de investigador, entonces uno es un caso raro porque los investigadores independientes en el planeta tierra, somos muy poquiticos, es un modelo digámoslo así “raro”, en países industrializados son un poquito más frecuentes, porque de pronto tienen muchos más recursos, pero yo me tracé la meta de ser investigador independiente, desde siempre. Yo tengo 49 años en este momento, pero toda la vida he sido investigador independiente, cuando hice mi maestría, pues el sistema me quería capturar de ir a meterme en un laboratorio y yo tengo unos problemas mentales muy fregados, no me da pena decir que soy loco, entonces ¡claro! ¡A mí me meten a un laboratorio, en un ambiente cerrado, a mí me da claustrofobia! ¿Cómo es posible que a un campesino, pescador, ganadero, que disfruta de la tierra, el agua, de los pájaros, de los insectos, de su tierra, lo van a meter a un laboratorio, de alta tecnología a producir conocimiento para el ser humano? Entonces, yo utilizo no solamente metodologías científicas, sino metodologías de los saberes tradicionales y otras me las aporta definitivamente el estudio que hago del espíritu y del ser humano (Comunicación personal, 2018).
Es de destacar la pasión, los esfuerzos, la inteligencia y la capacidad de lucha que Carlos Botero ha realizado en su vida para superar las crisis en las que lo ha puesto el conflicto armado interno del país, lo cual le ha afectado su estabilidad emocional, económica, familiar y espiritual. No obstante, nunca ha querido inscribirse bajo ningún régimen que lo reconozca como víctima, ya que él considera, que el principal victimario es el mismo Estado, “Yo nunca me quise matricular como desplazado en este país, y dije: Es que el problema es que yo no creo en el estado”.
Lo anterior, no ha sido impedimento para sobreponerse a la dura realidad colombiana, “el montón de quijotadas que me ha tocado hacer, y que las he hecho, y que estoy viviendo de ellas…Hay que atreverse a tirarse al vacío, es a lo que yo invito a la gente, a tirarse al vacío” (Carlos Botero 2018). Sin duda, la gran ganancia ha sido el conocimiento y las adaptaciones que realiza a diario, que no sólo lo han llevado a optimizar mejor su energía, sino pensar alternativas creativas o nuevas tecnologías, que lo han llevado al éxito de pensar y accionar desde sí mismo, siendo un referente interesante en cuanto a la cultura campesina, la verdadera esencia del ser, las exigencias actuales en el accionar, la preservación de la vida, el amor por el campo y la posibilidad de profundizar en múltiples posibilidades desde la autonomía y la creatividad que lo caracterizan para seguir latiendo desde la tierra.
[1] En una primera etapa llegaron hasta los Altos de Sonsón, Abejorral y Aguadas, en las tierras de concesión Villegas, en las cuales surgieron estos primeros pueblos de la colonización antioqueña en las dos primeras décadas del siglo XIX. Unas segunda etapa se realizó en la primera mitad del siglo XIX, cuando lo colonos antioqueños invadieron las tierras de la Concesión Aranzasu, en las cuales surgieron los pueblos de Salamina, Pácora, Aranzasu, Neira, Manizales y Santa Rosa de Cabal. La tercera etapa se realizó en la segunda mitad del siglo XIX, cuando se colonizó Quindío, con el estímulo de las guacas quimbayas, el caucherismo, la cría de cerdos, las guerras civiles y el cultivo de café…Una cuarta etapa en los finales del siglo XIX desplazó la colonización antioqueña hacia el norte del Tolima, Valle, Chocó y las áreas de los ríos Sinú y San Jorge. El proceso de colonización se continuó en el siglo XX hacia el Golfo de Urabá y Los Llanos Orientales. (Ocampo, 2010, pág. 247)
[2] En países como México, equivale e incluye la preparatoria.