Actualmente, las mujeres del grupo familiar Gómez Montoya, aducen como propósito inmediato la concientización de los demás miembros del barrio, respecto de la utilidad y el servicio que presta una huerta comunitaria; asimismo, tienen como objetivo, continuar el embellecimiento de las zonas verdes de la urbanización y avanzar con la siembra que ya abarca más de una manzana, de sanjoaquines, siete cueros y otras especies ornamentales. En el orden económico y productivo; es importante anotar, que no hace parte de los propósitos establecidos para ellas el lucro en ninguna forma; la producción de semillas, cogollos y toda otra forma de reproducción de las plantas, es realizada por ellas mismas a través de prácticas culturales tales como la trasplantación, y la germinación artesanal.
Estas mujeres asumen su iniciativa también como una práctica pedagógica, en el sentido de la transmisión y conservación de unos saberes ancestrales y lo difunden a las generaciones jóvenes de la familia y el sector; si bien no es una práctica formalizada, ellas explican a sus vecinos las propiedades de cada una de las plantas medicinales que cultivan y la importancia del cultivo orgánico de los alimentos. Asimismo, pedagogizan y asumen su ejercicio como una práctica saludable, que contribuye al bienestar de todos los habitantes, en la medida de que a través de mantener disponible una variedad de plantas medicinales, se aporta a la salud de quienes acuden a ellas en busca de alguna planta para tratarse alguna dolencia. Asimismo, procuran la concientización de la comunidad en términos de la importancia de cuidar y proteger los jardines, en términos de paisajismo e invitan a todos a conservar y cuidar lo que ellas siembran.
Las prácticas de rehabilitación y cuidado de la tierra, están dadas por técnicas básicas de abonamiento orgánico, arado artesanal y labores culturales como desmalece, poda, aporque, etc. Según relatan, su práctica es una modalidad de organización familiar; cuando consideran necesario y oportuno se reúnen y realizan pequeñas jornadas de trabajo y se delegan entre ellas, las tareas que se necesiten realizar; tareas como el riego, el desmalece y la siembra, son ejercidos normalmente por doña Blanca Margarita y Rosalina, ya que Eugenita, por asuntos de salud, se ve más limitada en este aspecto. En cuanto a la asistencia técnica, ellas no lo ven como algo necesario, ya que según su propio decir, no les interesa nada más que poder ejercer su práctica de la manera como ellas lo entienden y consideran correcto; además, la extensión de territorio que ocupan hasta ahora, no requiere, según ellas, de un gran despliegue técnico. Sin embargo, validan los aprendizajes obtenidos en este sentido, durante el tiempo y las capacitaciones recibidas por parte de ASODER.