Durante las épocas previas a la invasión de los españoles, el municipio de Colosó se destacó por ser un territorio indígena del pueblo Zenú. Conocida como “gente de la palabra” la mayoría de su pueblo está, actualmente, en el departamento de Córdoba, en donde habita un 61,6% de su población (Ministerio de Cultura, 2010).
El pueblo Zenú, dada la cercanía de sus asentamientos a varios arroyos nacidos que desembocan en el Golfo de Morrosquillo (situado entre los departamentos de Sucre y Córdoba con una extensión de 80 kilómetros que recibe la desembocadura del río Sinú, una de las vertientes fluviales más importante del Caribe), logró desarrollar un sistema de equilibrio para el aprovechamiento y conservación de ecosistemas hídricos. En este sentido Morales describe:
Los Zenú ejercieron dominio sobre la naturaleza al tiempo que lograron un equilibrio armónico en la relación humanidad - medio ambiente, manifestado en el control de las aguas durante las inundaciones, que bien encausadas servían a la vez para el desarrollo de los cultivos y para alimentar el suministro de los criaderos de peces. Cada canal iba acompañado de camellones o plataformas, rellenos de sedimentos donde instalaban las viviendas y las huertas domésticas. Éste sistema de canales y camellones garantizaba altos niveles de humedad, que en la época de sequías permitía el desarrollo de los cultivos. (Morales, 2004, p. 38-39).
Mapa de la ubicación de las tres regiones en las que se dividía el territorio Zenú
La llegada de los invasores españoles estuvo marcada por la amplia disponibilidad de recursos naturales de la región, pues además de agua potable, también yacían maderas finas y vírgenes (caracolí, guayacán) y tierras fértiles que permitieron el desarrollo de cultivos de café, cacao, tabaco, maíz, etc., así como el intercambio comercial de plantas medicinales, caraña, quina o anacahuita (Quiroz, 2018).
Además, se registra como un hecho histórico importante que el 19 de septiembre de 1685, el indígena Baltazar Pérez logró obtener ante la Real Audiencia de Santa Fe una provisión de amparo y libertad para él y su familia frente a su encomendero, siendo este el antecedente más remoto del ejercicio de un recurso jurídico de tutela en Hispanoamérica (Callejas, 1995, p. 528).
En atención a la permanencia de los Zenú en su territorio, a pesar de la significativa reducción de su pueblo con el arribo de los españoles, entre 1773 y 1774 comenzó el proceso de reconocimiento del resguardo colonial de San Andrés de Sotavento, que hoy en día es un Cabildo Mayor Regional reconocido como una entidad autónoma con autoridad política, organizativa, administrativa, pública -de carácter especial- y de representación legal del pueblo Zenú. Sus autoridades e instituciones actúan con fundamento en la Ley de Origen, Derecho Mayor y Derecho Propio.
Es así, como las tradiciones, usos y costumbres del campesinado de Colosó mantienen vivas las expresiones artísticas y culturales que dan identidad propia a esta región de los Montes de María. Por ejemplo, la artesanía elaborada a partir de la palma de Iraca es un legado cultural de las mayoras del territorio, en el cual se expresa la simbología prehispánica, el tejido como forma de reconocimiento de lo femenino (de herencia matrilineal y relación intergeneracional) y es un espacio para el diálogo de saberes y la cohesión familiar, donde la sabiduría las abuelas se comparte a través de la palabra y el tejer con las demás.
Esta tradición es de tal importancia que en la vereda Esmeraldas del municipio de Colosó, se constituyó una asociación campesina de artesanos para proteger estos saberes ancestrales y cuidar el ambiente, de modo que ha trabajado por reforestar las cuencas de las quebradas y los nacimientos de agua. Al respecto, una abuela de la comunidad colosuana nos envía este mensaje:
De otra parte, se destaca que en esta región encontramos la expresión artística y cultural de los decimeros, artistas o poetas que recitan versos con la habilidad de grabar en sus recuerdos anécdotas, lances, fábulas y leyendas, así como narraciones de acontecimientos políticos de la región que por generaciones ha mantenido viva la tradición oral y la memoria del territorio, con la función de ser voz y espejo, reflejando y representando las ideas y sentires de su gente.
Estos artistas toman su nombre de la décima, la cual es la formación de una estrofa de diez versos (forma utilizada por poetas intelectuales en la época de la Edad de Oro Española) pero cuya adaptación latinoamericana en la época colonial dio lugar a la décima afrolatina (también llamada decima criolla) que tiene en realidad un total de cuarenta y cuatro líneas:
“No tiene el negro razón porque ser conservador
Siendo esclavo, es un traidor, mancha su reputación
Por los blancos españoles fue el negro cogido perro
Del mar llegó el negro Cimarrón
De digna cepa señores
Y esto fue cuando Colón analizando el color
Tiene la marca del hierro, la del negro Cimarrón
Tiene el negro razón por no ser conservador”
(Mosquera, 2018)
La alegría de la región contrasta con los precarios niveles de satisfacción de garantía de los derechos económicos, sociales y culturales. Así, en materia de educación la mayoría de la población apenas alcanza un nivel de escolaridad incompleto de básica primaria, siendo muy pocos los que han llegado a acceder a un nivel de educación superior, principalmente, aquellas personas que habitan Sincelejo, capital del departamento (Díaz, 2015).
De igual forma, frente al derecho a una vivienda digna, predominan las casas tradicionales con los materiales más usados en el caribe colombiano, esto es, techo de palma, horcones de madera y paredes hechas con caña, guadua y bahareque (Díaz, 2015). El servicio público con mayor cobertura es la energía eléctrica, seguida del acueducto y el alcantarillado con plantas de tratamiento necesarias para hacer del agua potable.
Vale mencionar que este municipio fue escenario de reiteradas confrontaciones entre distintos actores armados del conflicto. Producto de esta violencia, más del 35% de la población habitante del municipio tuvo que salir desplazada forzadamente a otros sitios. En tal sentido, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística - DANE, debido al ciclo de violencia 1998 a 2004, Colosó perdió un total de 2.914 habitantes entre 1993 y 2005.
Adicionalmente, existió un fenómeno de pérdida de mujeres, o masculinización de la población en el municipio, especialmente en el rango mujeres de 11 a 15 años, ya que las mujeres jóvenes resultaron ser víctimas de violencia sexual a mano de los actores armados, pues sus cuerpos resultaron convertidos en botín de guerra. Ello, sumado a falta de educación y oportunidades laborales, explica el descenso en la tasa de natalidad de Colosó para el último censo realizado en Colombia (2005).
No obstante, por ser un territorio ubicado dentro de la zona de reserva campesina de los Montes de María (figura de ordenamiento territorial que tiene fundamento en la Ley 160 de 1996), existe estabilidad para el retorno de la población víctima de desplazamiento forzado, lográndose distribuir más del 70% de sus tierras en campesinos y parceleros que, a pesar del conflicto armado mantuvieron sus predios (Plan de Desarrollo municipal 2012 – 2015).
En este sentido, algunas cifras y encuestas revelan un gran proceso de retorno de la población indígena al municipio para la siguiente década. Según información de la Red Unidos para la superación de la pobreza extrema (2012) 472 personas residentes se auto reconocen como indígenas, mientras que el DANE reportaba solo 194 personas que se identifican como tal (Plan de Desarrollo municipal 2012 – 2015).