Las exclusiones y condicionantes legales para actividades agrícolas, pecuarias y forestales en el departamento de Sucre equivalen a 313.551 hectáreas, de las cuales 6.680 hectáreas presentan restricciones por pertenecer a reservas naturales nacionales o regionales (UPRA, 2017).
De esta manera, las fuentes hídricas que transitan el municipio -conforme se indicó anteriormente (ver supra apartado 3)- desembocan en el Golfo de Morrosquillo y dan lugar a la microcuenca del Arroyo de Colosó, la cual cuenta con un área protegida de 6.592 hectáreas entre el casco urbano, el centro poblado La Esmeralda, las veredas Desbarrancado, Vijagual, y los caseríos El Ojito y Paraíso (CMGRD Colosó, 2016).
De otra parte, se encuentran los referidos conflictos por la tenencia de la tierra que desde épocas de la colonia ha sostenido la clase terrateniente versus la población campesina e indígena, cuya conexidad con la conformación de grupos armados paramilitares se explica como estrategia de resistencia a la desconcentración de la propiedad: “La vinculación de los terratenientes con el surgimiento del paramilitarismo [surge] con el interés especial de evitar las tomas de tierras y de recuperar las que les habían sido compradas por el Incora para promover la desconcentración de la tierra” (PNUD, 2010).
Finalmente, el uso del suelo también ha sido marcado en la región porque la mayoría de tierras con vocación agropecuaria tradicionalmente fueron y son utilizadas para otras actividades económicas. Según el informe de rendición de cuentas de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), el departamento de Sucre tiene un área de 1.071.860 hectáreas que representan el 0.9% del territorio nacional y de esas un 50.5% tienen una vocación agrícola, un 20.6% agroforestal, un 10.8% ganadera y un 0.7% forestal de producción (UPRA, 2017).
Sin embargo, la comparación entre suelos agrícolas y áreas de agricultura permite observar que de las 540.811 hectáreas con dicha vocación, apenas un 12% (64.539 hectáreas) se están desarrollando apropiadamente, con lo cual existe un potencial no utilizado para actividades agrícolas equivalente al 88% restante, esto es, 476.272 hectáreas (UPRA, 2017).
En contraste, 543.741 hectáreas se usan como áreas de pastoreo, cuando los suelos aptos para ganadería equivalen a 116.292 hectáreas y, peor aún, de aquéllas, solo en 19.098 hectáreas existe ganadería óptimamente desarrollada (UPRA, 2017).
A esto se suma la demanda creciente de suelos para monocultivos agroindustriales, como la palma de aceite, destinados a la producción de biocombustibles y cercana a las 6.000 hectáreas sembradas con aspiración de llegar a 10.000 hectáreas, gracias al respaldo gubernamental para estas iniciativas (PNUD, 2010).
Lo anterior, deja como panorama que en la actualidad las tierras de Sucre se están usando en su mayoría como áreas de pastoreo (50.7%), de modo que, mientras 448.367 hectáreas están en sobreutilización y 385.678 hectáreas en subutilización, solo 231.672 hectáreas (22%) están siendo usadas adecuadamente (UPRA, 2017).
Sin embargo, la producción agrícola del departamento llega a las 548.435 toneladas anuales, en su mayoría, de cultivos como yuca, arroz, ñame, maíz y patilla (UPRA, 2017). No gratuitamente esta región es conocida como la “despensa del caribe”, dada la cantidad y calidad de alimentos que pueden ser cultivados en sus tierras (PNUD, 2010).