Las dificultades para el acceso a las políticas públicas, los programas y proyectos de las entidades gubernamentales encargadas del proceso agropecuario hicieron que en el año 2013 se dieran las movilizaciones sociales más importantes de los últimos tiempos.
En medio de esa coyuntura del Paro Nacional que dio lugar a la instalación de una mesa permanente de interlocución con la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular (CACEP), ASODESCO logró gestionar con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural el respaldo de varias iniciativas productiva, dentro de las cuales sobresale una para la producción de huevos criollos. Así resume Hernán Navarro el surgimiento de la iniciativa en sus propias palabras:
“Esta iniciativa productiva surge como resultado, como ganancia del Paro Agrario, fruto del Paro (…) Cansados de ese abandono de ese mal trato que recibimos los campesinos (…) Tocó salir a la calle (…) En el Paro Agrario de 2013 tenemos que movilizarnos, ir hasta Sincelejo (…) Para hacer visible nuestra actividad y surge la Cumbre Agraria como respuesta a una necesidad de producir alimentos (…) Cada vez respondiendo a la diversificación de la producción (…) Gracias a eso estamos finalizando nuestro primer ciclo (…) Superando dificultades como las vías de comunicación…”
Este proyecto productivo vincula un total de 30 familias campesinas a cargo de una unidad productiva de galpón comunitario que cuenta con alrededor de 460 gallinas ponedoras y está ubicada en la Finca “Membrillal”. La capacidad de producción del proyecto está estimada en cerca de 350 huevos diarios, de los cuales un aproximado del 10% es destinado al consumo de sus hogares y el 90% restante es comercializado.
Para ello, los diferentes integrantes de las familias asociadas determinan responsabilidades rotativas semanalmente de cuidado del galpón y las gallinas ponedoras, recolección de la producción de huevos y transporte hacia la cabecera municipal utilizando como principal medio de transporte un animal de carga (ver foto Nuestro Héroe #SalvandoLaTierra). Una vez allí son distribuidos directamente, sin intermediarios, en las tiendas de la cabecera municipal de Colosó buscando ofrecer un precio justo al consumidor final.
Lo anterior, a pesar del pésimo estado de las vías de acceso a los predios y las difíciles condiciones de seguridad, ambos aspectos que, según señala Hernán Navarro, hacen que no sea fácil para una asociación campesina acceder a un proyecto financiado con recursos del Estado.
En virtud de lo anterior, las expectativas de ASODESCO se han venido concentrando en el mejoramiento de las vías terciarias ante la administración municipal y busca obtener una planta de energía solar para la finca “Membrillal”, pero hasta ahora solo ha contado con programas de formación del Servicio Nacional de Aprendizaje – SENA, y los mencionados proyectos productivos del Ministerio de Agricultura.
Por tanto, actualmente las familias campesinas de la finca hoy no tienen acceso a agua potable, ni energía eléctrica y el puesto de salud más cercano es el de la zona urbana del municipio de Colosó, ubicado aproximadamente a dos kilómetros.
Otra de las expectativas que tiene la comunidad es posicionar al municipio como un destino turístico, cultural y ecológico, dada su belleza paisajística, la diversidad de su folclor y su riqueza gastronómica. El profesor Quiroz destaca, de una parte, la arquitectura colonial republicana representada en monumentales casonas de madera que han perdurado en el tiempo y fueron reconocidas como patrimonio arquitectónico de la Nación: “Colosó fue un epicentro indígena (…) se logró con el Ministerio del Interior el reconocimiento de Cabildo, pero aquí llegaron europeos y asiáticos, gracias al encuentro, ya en épocas de producción de tabaco hizo que se mantuviera poblado, un mestizaje que se ve en la arquitectura y en la misma cultura colosuana” (Quiroz, 2018) ; y de otra parte, la riqueza artesanal expresada en el mercado bastonero de maderas finas como el guayacán y los tejidos de palma de Iraca ampliamente destacados en el escenario nacional e internacional.
Por último, existen expectativas económicas para que la cría de animales (gallinas, cerdos, patos y pavos) sea complementada con una producción orgánica en cada una de las parcelas individuales de las familias asociadas. En palabras de Hernán Canchila (2018), este objetivo se resume así: “En lo posible nuestra intención es producir de manera más orgánica, usar menos la labranza porque eso erosiona nuestros suelos, usar menos pesticidas (…) Estamos entrando en la línea de lo agroecológico, nuestras hortalizas las defendemos de plagas con productos hechos a base de pringamoza, ají, cebolla, para bajarle un poco al impacto de los químicos (…) Darle sentido de pertenencia con estos suelos eso es lo que le vamos a heredar a nuestros hijos, que mejor manera que las generaciones que nos sucedan sean, en lo posible, 100% ecológicas”.
En igual sentido, Leonardo Madera Alquerque, campesino colosuano, hermano mayor de un total de seis (dos mujeres y cuatro varones) y administrador de empresas de 42 años de edad, afirma que las familias de la región no están acostumbradas a ser tan estrictas, ni disciplinadas en la producción: “Aquí en el municipio es difícil porque la gente, por lo general, aplica grandes contenidos de químicos, todo lo solucionan así de esa manera, para limpiar sus cultivos. Pero sabemos que ese es un precio muy alto que tenemos que pagar porque estos químicos contaminan, acaban, digamos, con lo malo pero también con lo bueno, acaban con todo, entonces estamos afectando nuestro ecosistema, contaminando nuestros alimentos” (Madera, 2018).
De ahí que está convencido se debe trabajar con la niñez e inculcarles el empezar a preocuparnos por nuestro planeta, por conservar lo poquito que tenemos y hacer ciertas transformaciones para que en un futuro ellos también puedan tener a su disposición todo lo que nosotros hemos tenido hasta el momento.
Por eso, preguntado por ¿cómo salvar la tierra? responde: “Cambiando el pensamiento que tenemos de utilizar gran cantidad de químicos, pesticidas, exceso de plástico (…) Si utilizamos abonos orgánicos, cuidamos nuestros recursos hídricos, preservamos los bosques que tenemos, y tratamos de sembrar más árboles”.