Antonia Grefa
A inicio de los años setenta, la familia de José Yumbo decide emigrar desde la comunidad San Pablo perteneciente a la provincia de Napo, explorando tierras que en ese entonces no estuvieron habitadas por ninguna persona. Recorren chaquiñanes[1] y haciéndose camino durante cuatro días aproximadamente, logrando asentarse con su familia y posteriormente la familia Andi y la familia Alvarado, deciden seguir esta idea y se unen a los Yumbo.
Con esto empiezan los trámites de legalización de las tierras por medio del Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC), y después de varios años, logran obtener la escritura general. Así se crea la Comunidad Veinticuatro de Mayo en el año de 1979 con 52 familias fundadoras.
Según María Yumbo, Presidenta de la Organización de Comunidades Kichwas de Loreto OCKIL, uno de los principales problemas que tuvo la comunidad Veinticuatro de Mayo para poder legalizar sus tierras fue el largo proceso burocrático al que el Estado somete a las comunidades indígenas y campesinas, no solo por encontrar un representante legal sino también, para obtener la personería jurídica. Se sumaron alrededor de nueve años hasta lograr todos los documentos legales. Estos condicionamientos fueron marcados por el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos CODENPE.
En 1987, la catástrofe que ocasionan los terremotos cuyo epicentro fue el Volcán Reventador, ocasiona la reubicación de varias familias. A la comunidad Veinticuatro de Mayo se integran alrededor de 6 familias, que adoptaron estas tierras como suyas. Entre ellas, la familia Grefa, una de las afectadas por este desastre natural toma un gran protagonismo y en especial las mujeres, que después de varios trámites administrativos logran incluirse en la escritura general.
El Estado por medio de un decreto decide dividir la provincia de Napo en dos, y crear la provincia de Orellana en el año de 1998. Al suceder esto la comunidad que para entonces se encontraba asociada a la Federación de Organizaciones Indígenas del Napo (FEOIN), es obligada a ser parte de un nuevo proceso de organización con las demás comunidades del cantón Loreto.
En el año 2005, se constituye la Organización de las Comunidades Kichwas de Loreto (OCKIL), una organización de base donde convergen 46 comunidades del cantón y que se enfoca en el desarrollo de hombres, mujeres, jóvenes y niños, no solo en el aspecto cultural o productivo, sino en todo el contexto y códigos que forman parte de la nacionalidad kichwa.
En el camino que recorre la comunidad Veinticuatro de Mayo y OCKIL, nace la necesidad de formar la Organización de Mujeres Kichwas de Loreto, liderada por Antonia Grefa que es un referente de lucha para su comunidad, y gracias a su convicción por la recuperación del suelo logra que más mujeres de otras comunidades se unan a la creación de la organización Kallary Muskuy Warmi Wankurishca.
Esta iniciativa cumple dos funciones estratégicas, la primera que se implemente un proyecto de agro-productividad comunitario e integral por la comercialización de un producto orgánico como es el café robusta, la segunda razón es el empoderamiento de las mujeres como protagonistas dentro de la recuperación del suelo, utilizando a la chacra como escuela agro cultural educativo.
En la actualidad 1800 personas pertenecen a esta comunidad, alrededor de 250 familias con un promedio de 7 personas por cada una, las mismas cuentan con 28 a 30 hectáreas de terreno a cada familia.
Para acceder a esta comunidad no existe complicaciones ya que está ubicada cerca de la carretera principal a Loreto, esto ha facilitado la transportación de sus productos de cosecha y el desplazamiento de sus habitantes hacia las diferentes ciudades.
María Yumbo
Breve historia de la Organización Kallary Muskuy Warmi Wankurishca
Antonia Grefa miembro de la Comunidad Veinticuatro de Mayo decide involucrarse más dentro de las comunidades aledañas con la idea de fomentar la cultura kichwa, compartiendo experiencias y retroalimentándose de las demás, en varias comunidades encuentra que la explotación petrolera afecta a sus sembríos y esto dificultaba la producción de sus chacras y va reuniendo mujeres decididas a luchar para recuperar este suelo.
Las mujeres empiezan a involucrarse en la Organización de las Comunidades Kichwas de Loreto OCKIL y eso las incentiva a fortalecer sus iniciativas sobre el cultivo orgánico, la defensa del territorio al oponerse a la expansión de las empresas petroleras aledañas a las comunidades y deciden crear la Organización de Mujeres Kichwas de Loreto.
Esta Organización por medio de la ayuda del Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos – CODENPE obtiene la personería jurídica el 6 de septiembre del año 2006 con el nombre de Kallary Muskuy Warmi Wankurishca, que significa “antiguo sueño de mujeres kichwas”.
La mujer kichwa del cantón Loreto es importante dentro de la sociedad no solo porque está a cargo de la crianza y educación de los hijos, sino que es portadora de un cúmulo de saberes ancestrales y culturales. Su conocimiento va desde plantas medicinales hasta el trabajo de la chacra, este rol que desarrollan las mujeres es un trabajo no reconocido por el hombre kichwa.
Según Verónica Maliza, miembro de la Organización Kallary Muskuy Warmi Wankurishca, se inició con 500 mujeres de 20 comunidades del cantón Loreto, las cuales iniciaron incentivando la agricultura y complementado con diferentes productos como la venta de pollos, peses y la comercialización de los productos de sus chacras.
En la actualidad la organización cuenta aproximadamente con 2000 miembros, con una edad promedio de 35 años, las cuales se dedican a la producción y comercialización principalmente de café robusta. Esta iniciativa busca promover la economía de las mujeres kichwas por medio del comercio justo y participativo.
El promedio de ingresos mensuales de esta actividad es de 75 dólares que con la complementación de diversos productos adicionales de su chacra logran alcanzar los 100 dólares mensuales. Estos ingresos aportan a la economía familiar. El objetivo fundamental de esta organización es que las mujeres sigan ganado espacio y se transformen como un pilar fundamental y referente de la nacionalidad kichwas.
Uno de los mayores inconvenientes que han tenido las mujeres para poder organizarse ha sido la falta de apoyo y consentimiento de sus esposos, hay que tomar en cuenta que el machismo es predominante en estas comunidades. Las mujeres han tenido que soportar una constante lucha para poder tener el derecho de organizarse ya que sus parejas les prohibían que salgan de sus casas.
Además del machismo, otra de las grandes dificultades que las mujeres enfrentan es la centralización de los recursos por parte del Estado, aun así, han podido salir adelante con sus proyectos y tradiciones.
La organización ha realizado trámites con los gobiernos de turno para solicitar apoyo económico y desarrollo de su comunidad, pero se encuentran con muchas trabas.
En el año 2010 desarrollan el proyecto del Café Robusta, luego de un año de capacitación en el proceso de producción, se debió tomar en cuenta la forma organizativa para el funcionamiento de este proyecto, así, surgió el principio de respeto de equidad de oportunidades para todas las mujeres de las comunidades que se unían a esta iniciativa.
El proyecto del Café Robusta orgánico, empieza a desarrollarse en el año 2011, plantando 1100 hectáreas de terreno, de los cuales son asignadas a las mujeres una hectárea a cada una, y para que se encarguen de todo el proceso productivo, en este momento están cosechando 8 quintales de café por hectárea plantada.
Las mujeres líderes kichwas se encargan del proceso de producción de nuevas plantas de café robusta orgánico. Para esto utilizan un vivero para el cuidado del enraizamiento, abono y cuidados necesarios para obtener plantas sanas y así lograr una producción de insuperable calidad.
La organización ha logrado adquirir diferentes maquinarias para procesar el café, como apiladora, medidor de humedad, despulpadora, etc., con el fin de optimizar el tiempo y la calidad de producción.
[1] En el Ecuador, se conoce como ‘chaquiñan’ a los atajos y senderos cortos de la Amazonía.