En la provincia de Orellana ubicada al nororiente del Ecuador, con su capital Puerto Francisco de Orellana, más conocida como El Coca. En esta provincia encontramos cuatro cantones Aguarico, Orellana, La Joya de los Sachas y Loreto, en este último, se encuentra la Comunidad Veinticuatro de Mayo.
Esta comunidad se ubica a 396 msnm y es un territorio que goza de un clima tropical húmedo, con una temperatura promedio de 23.9°C. Orellana es una de las provincias más turísticas de la Amazonía y puerta de entrada al Parque Nacional Yasuní, es sede de innumerables ríos y cascadas, lo que le convierte en una atracción para turistas nacionales y extranjeros.
Introducción y clasificación del caso
En marzo de 1987, la naturaleza inclemente y sin previo aviso, lanza su poderío por medio de dos terremotos, uno de 6.1 y otro de 6.9 según la escala de Richter, teniendo como epicentro las profundidades del volcán Reventador, causando múltiples deslaves ya que la tierra estaba húmeda por las constantes lluvias. La tierra cubrió parte del río Salado, se presentaron desbordes e inundaciones en todas las comunidades que se ubicaban en sus riveras. Las familias tuvieron que ser reubicadas por medio de una evacuación organizada por el Estado ecuatoriano.
Varias familias de diversos lugares del sector del volcán Reventador, reunidas por el desastre natural, que al ser tan doloroso, fortalece la esperanza de un futuro mejor. Estas personas encontraron en el cantón de Loreto la posibilidad recuperar su tranquilidad en una tierra productiva y próspera e iniciaron con la siembra de árboles frutales para su consumo.
Uno de los primeros desafíos era el vencer el miedo a lo desconocido, la unión y organización fueron primordiales en la comunidad. Las familias Grefa, Chimbo y Andi tomaron la batuta para la organización de las personas que compartían esta realidad. En la Comunidad Veinticuatro de Mayo encontraron personas solidarias que los acogieron con brazos abiertos, para que todos pudieran comenzar una nueva vida en este territorio, todos trabajaron en minga para la construcción de las viviendas y los servicios básicos.
Una vez que realizaron su asentamiento en Loreto e hicieron de este lugar su nuevo hogar, los hombres de la comunidad se encargaban de tramitar todos los documentos para legalizar sus tierras, mientras que las mujeres se dedicaban al cultivo de la tierra, de ahí nace el amor y la defensa a la naturaleza de las mujeres. Ellas se reunían para compartir sus cosechas, de esta manera surtían de productos a cada familia.
La lucha no fue solamente el cultivar y legalizar sus tierras, su lucha también se dio por las empresas petroleras que se encontraban en la zona, ya que la actividad extractiva en la Amazonía ecuatoriana ha sido la principal causa de su transformación. La selva se ha sentido impotente ante las voraces ambiciones de las empresas transnacionales, que sin compasión arrasan con los paisajes amazónicos con tubos, derrames de petróleo y pozos.
En estas últimas décadas es un secreto a voces que las comunidades indígenas no solo han sufrido por este cambio, sino que han tenido que adaptarse a la práctica petrolera e incluso, participan de la destrucción del ecosistema más diverso del mundo. En la comunidad Veinticuatro de Mayo las mujeres son las principales opositoras del extractivismo, pues éste ha dañado sus tierras.
Las mujeres de la comunidad Veinticuatro de Mayo decidieron formar la organización Kallary Muskuy Warmi Wankurishca para desarrollar un proyecto y el sueño de comercializar sus cosechas a un precio justo y manteniendo sus cultivos libres de pesticidas y químicos.
Actualmente, 89 mujeres portadoras de conocimientos ancestrales sobre la cultura kichwa, que saben el valor de la tierra, son emprendedoras y agro-productivas en su sociedad. Esta iniciativa no solo busca una economía equitativa, sino el derecho que tienen las mujeres de sentirse útiles en su comunidad que históricamente, ha privilegiado a los hombres con prácticas de poder sobre las mujeres.