Los antecedentes del conflicto por los recursos hídricos se remontan a 1950, en que se iniciaron las obras del Proyecto Hidroenergético Choclococha, que colecta las aguas de la cuenca hidrográfica del río Pampas, que nace en el sistema de las lagunas Choclococha, Orccococha, Ccaraccocha y otros del norte de Huaytará y Castrovirreyna. Gracias a esta infraestructura se trasvasa actualmente aproximadamente 492 millones de metros cúbicos (MMC) anuales y comprende su represamiento en la laguna de Choclococha, canal de derivación de 53 kilómetros hacia el río Tambo, conduciendo un caudal aproximado de 15 m3/s hacia el fértil valle de Ica, ubicado en la zona costera del Pacífico, al sur del Perú, donde se han incrementado las tierras aptas para el cultivo. Para la construcción de este canal de 4.00 metros de ancho por 53.000 de extensión, se ha expropiado a la comunidad de Carhuancho, sin pago alguno, aproximadamente 212.000 metros cuadrados.
Comunidad Campesina de Choclococha, colindante a Carhuancho, fue gravemente afectada por el proyecto pues desde 1959 subió el nivel de la laguna que inundó las viviendas cercanas a ella y el área de pastoreo de alpacas. El pueblo entero tuvo que trasladarse a una zona más alta, pero ellos no fueron indemnizados.
Esta dura experiencia es el motivo por el cual la Comunidad de Carhuancho, Choclococha y otras se niegan ahora a aceptar la ejecución del nuevo Proyecto Choclococha Desarrollado, que tiene el propósito de derivar más agua para la costa, construyendo un nuevo canal colector de 73 kilómetros (…). Otro grave perjuicio sería la expropiación de aproximadamente 242.000 metros cuadrados de terreno para ejecutar la obra, con pagos mínimos y el daño al ecosistema de la zona andina.
El nuevo proyecto no toma en consideración que por el cambio climático los nevados de la cordillera del Chonta han disminuido dramáticamente (92,16%) y que el diseño de canales colectores de concreto, al obstruir el normal discurrir de las aguas, contribuiría al proceso de desertificación de sus tierras (valles y bofedales). En conclusión, el proyecto no tiene sostenibilidad ambiental, económica ni social.
Esta es la historia de resistencia del pueblo de Carhuancho, en defensa de sus tierras y el agua.