Introducción
Los territorios de los pueblos costeros –montubios y afro descendientes–, ubicados en la cuenca baja del río Guayas, zonas del Litoral ecuatoriano, donde provincias como Los Ríos, Guayas, Cotopaxi, Bolívar, Manabí, Cañar, Chimborazo y Santo Domingo, se han caracterizado desde inicios de la república, por ser uno de los espacios de disputa entre capitalismo agrario y las poblaciones campesinas. El caso que analizaremos está ubicado en el cantón de Colimes, provincia del Guayas en la costa ecuatoriana.
Sobre estos pueblos, los regímenes de dominación y las relaciones de poder, impulsan una historia agraria subsumida por las formas precapitalistas y capitalistas durante los últimos dos siglos. La historiografía económica nacional sólo conoce esta zona como tierras fértiles que permitieron al Ecuador integrarse al mercado mundial, a través del boom cacaotero entre mediados del siglo XIX e inicios del XX y el boom bananero, entre 1940 y 1960. En la actualidad, estas tierras son reconocidas como el polo de atracción para la inversión de capitales agroindustriales y el agronegocio.
Las lecturas críticas sobre el desarrollo rural, dan cuenta que en la cuenca baja del río Guayas, los grandes capitales privilegian la concentración de los recursos productivos y la súper explotación del trabajo. Formas de obtención de las ganancias. En esta zona las dos reformas agrarias (1964 y 1973) y los proyectos de desarrollo territorial del neoliberalismo, formalizaron la modernización conservadora del capital.
Desde el 2006 en el Ecuador se han producido una serie de transformaciones sobre determinadas políticas sociales pero en donde se establecen, para el caso del agro, líneas de continuidad con el régimen capitalista. El Estado ha instalado un solo discurso relacionado con el campo: “la necesidad del pago de la deuda agraria a través del aumento en los niveles de productividad y la democratización de los recursos productivos”.
ASOMAC, un caso de disputa institucional y lucha por la tierra
En este contexto, las historias de lucha por la tierra y el territorio, re-actualizan en el marco de los ofrecimientos y discursos de los últimos ocho años el Ecuador, la deuda agraria. Momento en el que emergen una serie de “nuevos” horizontes y expectativas por acceder a mejores condiciones de vida a través de la propiedad de la tierra, sin embargo, esa lucha, toma otro rumbo cuando la intervención del Estado se transforma en una práctica política clientelar, desatando nuevas demandas y fraccionando las organizaciones campesinas.
El presente estudio de caso da cuenta de la persistencia y la vigencia de la lucha por la tierra en el Ecuador, sobre todo en territorios donde se profundiza el modelo de acumulación capitalista en el campo. Las organizaciones campesinas pasan de la posesión de la tierra a procurar su legalización; proceso en el que se involucran con la política pública que termina desalojándolas de esos predios. Estaríamos ante un nuevo escenario de inestabilidad oficial sobre la propiedad de la tierra.