Un caso de retorno a la tierra
Este es el caso de una propiedad familiar que está a nombre de la familia Alcón y de la cual Petrona Alcón, productora agropecuaria de verduras, hortalizas, granos, tubérculos y la cría de animales; es también propietaria. El caso es especialmente llamativo por el proceso de movilidad social que representa. De acuerdo a los horizontes de desarrollo que expresan muchos ciudadanos, el salir del área rural y dejar el trabajo agropecuario se ostenta como símbolo de progreso. Es claro que establecer una discusión sobre los horizontes de desarrollo en este documento no es precisamente el objetivo del mismo, sin embargo, es posible abordar algunos tópicos como el de la movilidad social, el retorno, y la mejora en las condiciones de vida que en este caso están expresadas en prácticas innovadoras, frente a los términos en los que el mercado convencional se desarrolla.
En este sentido podemos observar una necesidad de retorno a la tierra familiar, impulsada en principio por el peligro de pérdida del terreno ante la muerte del progenitor quien era propietario legítimo de la misma. En criterio de la misma agricultora “si uno no se ocupa de la tierra y no está presente, la comunidad no lo apoya a uno, hay que hacer usos y costumbres para ser propietario”. Esta necesidad de conservar la tierra familiar, sumada a la idea de que su calidad de vida podría mejorar, ya que no tendría que pagar el anticrético en el cual vivía, empujó a Petrona Alcón a retornar a la tierra que había dejado 31 años atrás.
En 1972 Petrona Alcón deja la tierra familiar, al haber contraído matrimonio, y se establece en la ciudad de La Paz trabajando como costurera. Según Alcón, su padre le había dicho: “el casado quiere casa, vaya a buscar su vida me ha dicho…” y es así que emprende nuevos rumbos y se establece en la ciudad de La Paz. Su marido se dedicaba a conducir movilidades de transporte público y logran criar a 12 hijos. Sin embargo, tal cual lo dice Alcón que “en la ciudad todo es comprado, entonces no aguanta, mientras que aquí [en Achocalla] no compro nada”. Sin embargo la labor de costurera no quedó del todo atrás ya que siempre hay alguien que le encarga un traje para alguna festividad y así se gana unos pesos más.
La forma en la que Petrona Alcón retorna a la tierra familiar se puede comprender como una necesidad de mejorar su condición de vida en base al restablecimiento de su vida comunitaria, aunque como ella misma lo describe mencionando que su papá era el comunario, y ella, habiendo nacido en La Paz, no podría considerarse como tal, a contrapunto de la práctica y el conocimiento que adquirió durante toda su niñez y parte de su juventud.