Para las familias provenientes de San Francisco, llegar a Alto Bonito fue la oportunidad que muy pocos tuvieron de reubicarse como una misma comunidad, y tener la posibilidad de comprar sus pequeños terruños para pagarlos por cuotas, como la opción que dio el dueño, para que sus conocidos pudieran organizarse con sus familias y tuvieran un lugar propio a donde llegar. A partir de documentos de compraventa pudieron legalizar estas compras por 1.000.000 de pesos, aproximadamente. Sin embargo, la verdadera lucha de permanencia en este territorio ha sido para que estas familias víctimas del desplazamiento a causa del forzado conflicto armado, para que sean reconocidos sus derechos fundamentales como el acceso a una vivienda digna, servicios básicos, sustento económico, y otros derechos que el Estado tiene la obligación de reestablecer.
A nosotros, con este terrenito nos dieron el papel de compraventa y con el dueño de todo esto se hizo las escrituras del lotecito, en el lote hay muchas casas, pero todo el lote tiene una escritura, con lo que le dan a usted el certificado de tradición y libertad, y que este certificado es para registrar ante el municipio la propiedad.
Accedieron a su pequeño espacio de tierra, ante una negociación con don Manuel Carvajal, dueño del predio, quien vendió a don Jesús Hoyos por valor de 1.000. 0000 de pesos, a cancelar en cuotas. Esto motivó a don Jesús a buscar un empleo en el cultivo de flores, donde trabaja actualmente, y le permite pagar su terruño, como él lo llama.
Acá ya había como siete viviendas, y eran familias que también venían desplazadas de San Francisco. Entonces, aplanamos un poquito la tierra, una parte, y paramos un ranchito en plástico. Cuando nos vinimos de San Francisco, yo estaba en el proyecto Niños Alegres, ahí le daban ayuda a uno. Cuando estaba medio calmadito, fuimos por unas tejas que nos habían dado de ese proyecto, y con eso, montamos un techo. Pero antes, fue en plástico todo, entraba el agua, el viento, y entre todas las familias que llegamos nos fuimos a