El señor Diosdado Quintero accedió a su tierra en la que convive con su esposa e hijos mediante una sucesión, que en su momento fue posesión de su familia materna.
Las condiciones de sucesión de tierras en la vereda La Esperanza, son de proporciones pequeñas en comparación con la Unidad Agrícola Familiar[1] definida por el municipio (3 a 5 ha.).
Diosdado es un campesino, que al no tener la tierra suficiente para desarrollar las actividades agrícolas, vio un potencial en la apicultura, dado que es una actividad que puede desarrollar en el poco terreno que posee. A pesar de que había varios inconvenientes para montar las colmenas, como el capital, aprovechó un curso que le brindó el SENA y de esta forma, logró montar un plan de negocios para el Fondo Emprender con el que se constituyó una empresa de apicultores en el 2006. Esta, como todas las actividades agropecuarias, tiene épocas de poca producción que se deben a la acción climática. Hay cultivos que en las épocas de cosecha necesitan unas condiciones óptimas o relativas en el clima, este también es el caso de las abejas para los apicultores tradicionales.
En el año 2008, cuando se montó el proyecto, la producción estaba proyectada de 2500 a 3000 kilos de miel anuales. Sin embargo, de 111 colonias que se tenían, quedaron con 60 colonias y luego disminuyó la cantidad a 35. Si se compara el proyecto de cuarenta y cinco millones de pesos[2] con el resto de colonias, se podría decir que la empresa que formaron se había quebrado. No obstante, el proyecto se ha ido recuperando. No se han alcanzado las 100 colonias, pero se ha podido tener hasta 45 y el cambio de algunas dinámicas productivas han permitido subir el rendimiento: con 45 colonias la producción está en un promedio de 1500 kilos al año. Se sabe que la producción varía, pero en épocas difíciles es muy complicado manejar estas variables.
Esta actividad se destaca, debido a que muchas personas de la vereda, en especial los jóvenes, están migrando hacia las ciudades o han optado por otro tipo de ocupaciones alejadas de las tradicionales dejando a un lado su soberanía alimentaria. Las dinámicas actuales han llevado a que la vocación económica de la vereda se centre en: el lavado de automóviles, restaurantes, y talleres de confección.
Cuando las personas no están formadas y no se capacitan en otras cosas, los jornaleros se quedan con las manos vacías. Hay jóvenes que solo saben hacer todas las actividades del campo, pero no están capacitados en otra cosa y al depender netamente de la agricultura, deben esperar a que el factor climático mejore para que les vuelvan a brindar trabajo. En La Esperanza, aproximadamente el 75% de la población depende de las actividades agrícolas y el 25% se dedicó a la prestación de servicios, como restaurantes, tiendas, lavaderos de carros; en este último, se pueden encontrar hasta cuatro o cinco familias que viven de él, con unos ingresos aproximados a los doscientos, doscientos cincuenta mil pesos semanales. Aunque se han tenido picos de trescientos a cuatrocientos mil pesos a la semana, pero esto es en épocas de vacaciones, donde las personas van a salir y mandan a alistar los carros. Lo que sí está seguro es que es más rentable tener un lavadero de carros que una finca. (Quintero, D., 2017).
Pese a que los jóvenes se están dedicando a otras actividades productivas, la mayoría de los adultos mayores siguen viendo en la agricultura el medio para sustentar a sus familias, pues su tradición y la vocación de sus tierras, siempre ha sido agrícola. Actualmente, los campesinos han optado por los cultivos de pepino cohombro y caña de azúcar, puesto que estos no requieren de muchos insumos para su producción; además, hay agua suficiente y el transporte, en la mayoría de los casos, es factible debido a la ubicación de la vereda
Es importante resaltar el papel que Diosdado Quintero Giraldo durante más de 20 años ha realizado como líder de su comunidad:
- Hacerse cargo de las múltiples situaciones que se han venido presentando en La Esperanza, denunciando las problemáticas como la ausencia estatal y la ineficacia para resolver la legalidad de las tierras, así como el poco acceso a este bien indispensable para el sostenimiento de las familias campesinas.
- Su accionar dentro de la Mesa de Víctimas, que ha venido denunciando y haciendo memoria sobre los hechos violentos vividos en la vereda hace más de 22 años.
- La gestión que como presidente de la Junta de Acción Comunal realizó ante entes gubernamentales con la finalidad de proteger los bienes culturales, sociales y naturales de la vereda y mejorar la calidad de vida de los habitantes, así como el estar al tanto de las decisiones por parte de entes públicos y privados de proyectos de infraestructura que se vayan a llevar a cabo en la vereda, desconociendo muchas veces las opiniones de los habitantes.
- Su labor ambiental enmarcada en el rescate y cuidado de las abejas que a nivel mundial están expuestas a la desaparición por causa de las actividades humanas y que en Colombia son de especial protección por la función que cumplen a nivel ecosistémico[3].
- Mantener viva su tradición campesina de sembrar los productos de consumo para su familia en el poco terreno que posee. Aunque ha podido salir de su territorio, ha buscado alternativas para resistir en su vereda.
Desde el Movimiento Social Diversidad Agrodescendientes, mediante este artículo se está haciendo visible la problemática que vive la vereda en torno a la tierra, la informalidad y la poca área de terreno que poseen los campesinos para poder desarrollar sus labores del campo.
[1] Ley 160 de 1994.
[2] La referencia es en pesos colombianos.
[3] Ver: https://sac.org.co/fallo-de-juzgado-en-cartagena-ordena-la-creacion-de-una-politica-publica-para-proteger-a-las-abejas/