El pasado 27 de mayo, el Instituto de Estudios Ecuatorianos ha cumplido 30 años de contribución a la investigación de la problemática organizativa y los movimientos sociales en Ecuador, aunque su labor se remonta a la creación del Centro de Investigaciones y Estudios Socio Económicos – CIESE en 1976. La característica de la institución es agrupar a equipos multidisciplinarios de investigadores e investigadoras, que no sólo tienen la tarea de generar conocimiento sino también, acompañar procesos organizativos, desde una vocación política a favor de las clases populares, obreros, campesinos e indígenas.
En la última década han desarrollado una interesante línea de trabajo que se instaura en la analítica de la conflictividad, la disputa por los recursos y el seguimiento al patrón de acumulación de capital, perspectivas que permiten actualizar el análisis de temas como la reforma agraria, la reconcentración de la tierra, el minifundio, la vida comunitaria campesina ubicada en medio del agronegocio y sus estrategias para hacerle frente. Desde este bagaje, su accionar está basado en el fortalecimiento de capacidades, con un énfasis en el rol de las mujeres. Con un firme posicionamiento a favor de la Soberanía Alimentaria como modelo de producción, han generado el Observatorio del Cambio Rural (OCARU), una iniciativa comunicacional de seguimiento a la política de tierras y cuya dinámica refleja el acompañamiento a la actual dinámica organizacional.
El Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio, articulación que genera y visibiliza Alianzas por la tierra en toda Sudamérica, se complace nuevamente en presentar la contribución del IEE-OCARU, a una plataforma construida colectivamente y en la urgencia de mostrar las alternativas al capitalismo agrario que se están forjando cotidianamente en el campo, a través del acceso a la tierra de miles de campesinos, indígenas y afrodescendientes. En esta oportunidad, se trata de un documento técnico sobre demandas por la tierra en el Ecuador, elaborado por el investigador Esteban Daza.
Desde una dialéctica analítica, el documento pone en clara la directa relación entre la concentración de la tierra en pocas manos y la demanda por la tierra desde un diverso campesinado que genera peculiares formas organizativas y políticas. La estrategia del IEE es recurrir a una mirada crítica a la desigual estructura de la tenencia de la tierra y a la vocación de los usos del suelo productivo, unos preocupados por la seguridad alimentaria y los mercados locales que coadyuvan a la soberanía alimentaria; y otros, determinados por la generación de excedentes a partir monocultivos para la exportación y agrocombustibles.
Las históricas organizaciones ecuatorianas del campo, indígenas y campesinas, la CONAIE, la CNC Eloy Alfaro, la FENOCIN y sus respectivas articulaciones, han adquirido diversas estrategias para afrontar un contexto en el que el rol del Estado, expresa abiertamente su propensión modernizante y su tergiversada lectura sobre la problemática del campo. Así, ante una “revolución ciudadana” que insiste en que la solución de la pobreza en el campo es apoyar la productividad del agronegocio sin cuestionar la concentración de la tierra y no apoyar el acceso y tenencia de la tierra de los campesinos que apuestan por la soberanía alimentaria de los pueblos, la dinámica de la disputa por los recursos naturales se torna principal.
A fin de cuentas, el aporte del IEE al contexto de debate ecuatoriano y además, al análisis y búsqueda de alternativas a nivel regional, es proporcionar la sistematicidad de datos y el análisis de los discursos oficiales y organizacionales que deben ponerse sobre la mesa al momento de optar o no, por las políticas públicas, pero también al momento de proponernos transformar la vida en el campo, sostenerla y desarrollarla desde sus propias peculiaridades.
Descargue el documento de Demandas por la tierra en el Ecuador, aquí.