Nosotrxs, investigadoras e investigadores, académicos, instituciones, colectivos y activistas de toda Sudamérica, todas y todos comprometidos con organizaciones rurales, campesinas, indígenas y afrodescendientes, su acceso a la tierra y territorio y el ejercicio de sus derechos colectivos y campesinos, reunidos en el VII Encuentro por la tierra y territorio en Sudamérica, llevado a cabo entre el 7 y 9 de julio de 2020, en plataformas virtuales y redes sociales:
Alertamos
Sobre el presente momento histórico en el ámbito rural, marcado por la disputa por el control y uso de los recursos naturales en los territorios, disputa que se expresa en la presión sobre la tierra y los territorios, los recursos que yacen en ellos, y en muchos casos, son parte de la historia y la vida de pueblos indígenas, comunidades campesinas y afrodescendientes.
A pesar del crecimiento poblacional urbano, al día de hoy, nunca la población rural nunca fue tan masiva, y son precisamente estas comunidades, las que están sufriendo una enorme presión por el colapso ambiental. La pandemia que hoy vive el mundo, no es más que un producto de la enorme deforestación, los monocultivos, de soja y otros granos abocados a la ganadería comercial, la minería, y todos los procesos que desmontan los bosques.
Alertamos y condenamos la intensificación de la violencia ejercida contra campesinos, indígenas y afrodescendientes, por su desterritorialización sistemática y planificada desde los Estados, cuya institucionalidad es cada vez más funcional al modelo de desarrollo rural que corresponde al agronegocio, al extractivismo predatorio y a los intereses de las transnacionales que subordinan el trabajo de mujeres, hombres, jóvenes y niños en el campo rural de Sudamérica.
Alertamos sobre la profundización de las desigualdades históricas, que hoy se refleja en la aprobación de una serie de políticas que atentan contra la libertad, la autodeterminación de los pueblos, y peor aún, los criminalizan y limitan en el ejercicio de sus derechos fundamentales. Alertamos sobre el persistente sesgo anticampesino del modelo de desarrollo rural dominante que muchos gobiernos respaldan, así como de Constituciones y legislaciones que reconocen precariamente a las campesinas y campesinos como sujetos de derechos, los reducen a trabajos precarizados e incluso alientan su subordinación o migración.
Alertamos sobre la ilusión de que nos dice que antagónicos modelos productivos pueden convivir y complementarse. El modelo a gran escala, extractivo y expansivo, y los modelos de la economía campesina y la agroecología. En nuestros países vemos que el modelo empresarial devora al otro, lo subordina y con el tiempo la tierra, que estuvo en manos de campesinos, indígenas y afrodescendientes, termina siendo transferida al modelo agroexportador.
Alertamos sobre la urgencia de revisar, y en muchos casos denunciar, los procesos y procedimientos agrarios y de titulación de tierras. En la región la gran propiedad privada de la tierra, abocada al monocultivo, a megaproyectos de infraestructura y la extracción de materias primas, es respetada en detrimento de las otras economías y sujetos, que sí tienen la vocación de producir alimentos en diversidad. Para estas sujetas y sujetos, se impulsa la individualización, la formalización y legalización de predios en largos procesos burocráticos y destinados a acceder a créditos bajo una lógica productivista y legalista, no así, el acceso a la tierra, no así la expropiación de las grandes extensiones del agronegocio. Alertamos y nos oponemos a esta lógica que dice que “repartir tierra es repartir pobreza”, que muestra su subordinación y respaldo al agronegocio transnacional, extranjerizando la tierra y se confronta con los esfuerzos de multitudes, por producir alimentos y reproducir la vida.
Alertamos sobre la difícil situación que viven las mujeres campesinas, indígenas y afrodescendientes en su acceso a la tierra y territorio, en el ejercicio de sus derechos y la falta de reconocimiento a su papel principal, en las economías comunitarias, locales y la sostenibilidad de la vida de sus entornos. Rechazamos el aumento de la violencia que se descarga en los cuerpos de las mujeres rurales, por la escasez de recursos, por el trabajo no remunerado y la violencia sexual. En el actual contexto global, donde la pandemia provocada por la Covid-19 ha desatado y agudizado las crisis políticas, económicas y sanitarias, el aporte de las mujeres, así como el de la agricultura familiar, y las iniciativas agroecológicas que cada día crecen, son fundamentales.
Alertamos sobre las institucionalidades oficiales, que han abierto espacios de poder, ministerios y direcciones, a representantes directos de sectores beneficiados con el modelo de desarrollo dominante, empresarios del agronegocio, privatizadores del agua, militares y otros, promoviendo la especulación de las riquezas hídricas en los territorios, la apropiación privada del agua en los biomas, gestiones que facilitan las transacciones internacionales de tierra y agua.
Alertamos sobre el paso de gobiernos progresistas en la región, que no han podido abandonar el modelo de reprimarización de la economía y el extractivismo de recursos naturales, en comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, e incluso en parques y áreas protegidas. Alertamos sobre la instrumentalización de las Constituciones y legislaciones logradas con años de lucha y sangre de los pueblos y organizaciones del campo, negociadas por poder político a costa de agendas reivindicativas históricas.
Alertamos sobre la crisis política de los países que se sobrepone a las demandas, reivindicaciones y luchas por el territorio. El poder político en su forma convencional, el sistema de partidos tradicional, e incluso, la democracia representativa, no incluyen la visión y perspectiva de los pueblos, adquieren lógicas de cooptación y corporativización de liderazgos y organizaciones sociales. Alertamos sobre la forma en la que estos poderes vacían de contenido los discursos por la tierra, por las reivindicaciones territoriales, por la soberanía alimentaria, para luego, permitir la concentración y extranjerización de tierra, a nombre de desarrollo y productividad. Alertamos a las organizaciones, a no perder la autonomía de sus proyectos políticos propios, y cuidarlos de hechos políticos y electorales que negocian el sentido de las luchas.
Alertamos a las aliadas y aliados de las luchas por la tierra y territorio, para que la Declaración de Derechos campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales, pueda convertirse en una herramienta viva de la población trabajadora rural, y que no quede en las instancias de relaciones exteriores.
Respaldamos y promovemos
En el actual contexto marcado por la pandemia por la Covid-19 y el confinamiento mundial, se pone en cuestión el modelo primario exportador, en el que la producción y las rutas del mercado global no están destinados a la alimentación humana, a los mercados internos y a la reproducción de la vida. Se han puesto en cuestión los paradigmas, y hoy se aprecia más que nunca las ventajas de las agriculturas campesinas e indígenas, y principalmente, la agroecología como apuesta y política productiva, como las más capaces para enfrentar el agolpamiento de las crisis, ambiental, alimentaria y sanitaria, en los ámbitos locales y regionales. Entonces, este es el momento de visibilizar las propuestas que se suscitan en los territorios, el desafío es tejer estas experiencias, de organización en torno al cuidado, la producción de alimentos y la reproducción de la vida.
Si bien se ha profundizado la desigualdad y el extractivismo, los pueblos encuentran vías para ejercer resistencia. Rescatamos la capacidad de organización y estrategias que emergen desde los territorios, por ejemplo, desde el biosistema del Cerrado, donde las organizaciones no se amedrentan, y tejen lazos entre la ciudad y el campo.
Además de reconocer a las pobladoras y pobladores del campo como sujetos de derechos, sujetos políticos, los reconocemos como sujetos económicos. Las experiencias de recuperación de tierras, rehabilitación de suelos y generación de sistemas locales agroalimentarios y de comercio justo, son experiencias inspiradoras, pero además son muestras concretas de la viabilidad y eficiencia de estas economías, y su potencialidad para generar redes alternativas de comercio e incluso exportación. La agroecología promociona sus evidencias en los territorios, pero además, discute y disputa el lugar de las economías locales en la división internacional del trabajo, promoviendo, otras formas de industrialización y comercialización de la agricultura.
Respaldamos la lucha de las juventudes y las mujeres, la multitudinaria Marcha de las Margaritas, la primera marcha de las mujeres indígenas en Brasil y las movilizaciones en Colombia, Ecuador y Chile, que denuncian que no hay territorios libres si los cuerpos de las mujeres están presos. Afirmamos con todas ellas, que “Sin feminismo no hay agroecología”, sin las mujeres no hay cambio social.
Promovemos la discusión sobre el acceso de las organizaciones rurales al poder político, manteniendo el sueño de que sean autónomas. Dado que los Estados, para el curso de las propuestas campesinas, indígenas y afrodescendientes es un obstáculo, extendemos el aliento de la soberanía alimentaria, a la soberanía política y social. Respaldamos los procesos que van “más allá del Estado”, los procesos autonómicos que emergen en los territorios y que afirman autonomías campesinas, gobiernos territoriales, jurisdicciones propias, guardias comunitarias, experiencias de autogobierno y autodeterminación, y formas de participación política y democratización del poder desde abajo.
Valoramos las plataformas de múltiples actores que se gestan desde varias iniciativas, la reunión de organizaciones campesinas, pueblos indígenas y comunidades afrodescendientes, líderes territoriales, académicos, instituciones de desarrollo, universidades y colectivos activistas que respaldan las luchas por la tierra, y reúnen sus esfuerzos por generar información actualizada sobre los territorios. Su trabajo visibiliza y respalda los procesos territoriales, y a los líderes, voceros y defensores de los territorios y la vida rural.
Aún en estos momentos de luto por la pandemia global y la arremetida de la violencia, “los pueblos no dejaron de cantar”, las comunidades tienen esperanza y fuerza. Respaldamos y promovemos a la agroecología y agroforestería, como modelos de desarrollo propio, pero además, como economías comunitarias que luchan contra los agrotóxicos, transgénicos y por mantener su diversificación productiva. Las respaldamos porque, ante la ineficiencia de los Estados, son estas organizaciones las que han desplegado acciones de solidaridad con otras comunidades y otras organizaciones, mingas por la comida, trueques, aynis, intercambios horizontales, que nos muestran la necesidad de valorizar los conocimientos tradicionales, en el ámbito económico y también en el ámbito del cuidado de la salud. Valoramos la medicina tradicional y nos disponemos a aprender de las hierbas que los territorios nos suministran, los rituales sagrados de los pueblos indígenas y afrodescendientes como parte de su cosmovisión de salud pública.
Promovemos la socialización de la reciente Declaración de los Derechos Campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales, tal como recomiendan las y los dirigentes campesinos. La Declaración salió de las organizaciones y debe volver a las luchas campesinas, se debe dar vida a esta herramienta, para un mayor reconocimiento y valoración de la agricultura familiar, la agroecología y las economías campesinas e indígenas, como formas de enfrentar la crisis alimentaria en la pandemia que hoy vive el mundo.
Las comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes tienen soluciones, históricamente probadas, para las múltiples crisis que hoy azotan a la humanidad. Quienes apostamos por las familias campesinas, los pueblos indígenas y las comunidades afrodescendientes, tenemos un proyecto a futuro muy superior, un modelo de sociedad que se está construyendo y que promovemos desde nuestras propias prácticas de cuidado, investigación y alianza.
Sudamérica, julio de 2020
Reviva el VII Encuentro por la tierra y territorio en Sudamérica:
1ª Jornada (Brasil, Colombia y Venezuela):
Facebook: https://bit.ly/3j3lMAT
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=dAMzkCme-os
2ª Jornada (Perú, Ecuador, Bolivia y Chile):
Facebook: https://bit.ly/2ZmA3k7
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=7AvdUhJj8L0
3ª Jornada (Uruguay, Paraguay y Argentina):
Facebook: https://bit.ly/32c40VO
YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=y5ROIMFpx5Q
Descargue la Declaración por la tierra y territorio, los pueblos en resistencia y su propuesta de sociedad aquí.