Ojalá que se pudieran planificar las partidas. Éstas que están ocurriendo en estos meses, de forma inesperada y dolorosa, y que como todas en todos los tiempos, dejan la sensación de no haber hecho, no haber dicho, no haber abrazado y aprendido lo suficiente. Con la muerte se va también parte de la memoria histórica de las familias y los pueblos.
En la carrera de Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés – UMSA, entre los años 2002-2006, uno de los personajes más llamativos era Gualberto Choque, el Kairumas le decían sus amigxs, quien podría haber sido el papá de muchos de sus compañerxs estudiantes. Él y sus ojotas, su sonrisa amable, su voz clara. Alguna mañana en el piso 8 del Monoblock de la UMSA, su voz, su pecho y su peculiar energía, nos estremecieron con un poema que clamaba por la Revolución India y evocaba a Tupaj Katari. Lo vimos como compañero estudiante, y luego, como dirigente campesino, en un momento que quisiéramos, con su ayuda, diseccionar para entender mejor.
Su liderazgo articulado a su pertenencia territorial, a la provincia Loayza y el municipio de Cairoma, lo condujo al ámbito del sindicalismo campesino del departamento de La Paz, que en el primer lustro de los años 2000, se debatía entre su correspondencia indianista aglutinada al Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) bajo el liderazgo de Felipe Quispe y su articulación nacional al Instrumento por la Soberanía de los Pueblos (IPSP - MAS) del entonces dirigente cocalero Evo Morales.
En aquel momento, Gualberto Choque fue visto por varios académicos y periodistas como una tercera opción, una crítica a la radicalidad y visceralidad, y también al izquierdismo, desde un sindicalismo que en los años setenta y ochenta se habría afirmado como autónomo, independiente, endógeno y crítico a los paternalismos de todo cuño.
Al ser nombrado Secretario Ejecutivo de la Federación Departamental de Campesinos de La Paz “Túpaj Katari”, en febrero de 2005, participó de varias plataformas y momentos cruciales en la historia del movimiento campesino indígena y la defensa de los recursos naturales. Luego de un ampliado de esta Federación, explicó algunas resoluciones, que dan muestran de algunas señales de aquel contexto:
- “fortalecer la unidad entre nosotros, campesinos indígenas originarios. Aquí no hay diferencias de ningún tipo, hemos botado los colores políticos y nos vamos a unir en una sola fuerza. Ese es el mandato de las bases”.
- “buscar la coordinación con otras organizaciones que también son protagonistas de los movimientos sociales”.
- “se van a emanar instructivos que ya se han coordinado, para lo cual los ejecutivos están bajando a las bases”.
- “hemos declarado la lucha contra este sistema podrido, neoliberal porque es el causante de la pobreza de toda la gente que vive en el agro”.
- “entramos en movilización”.
- “declaramos la no interferencia de las instancias de prefecturas, subprefecturas, ONG, Áreas Protegidas y otras del Estado en nuestras provincias, caso contrario tomaremos sus instalaciones”.
- “rechazo al Cuartel de la Rinconada y todos los cuarteles que sirven para reprimir a los indígenas”.
Existía entonces un gesto de autodeterminación, de unidad entre campesinos e indígenas y afirmación de su resistencia a la represión, de crítica al sistema neoliberal y movilización consultada con las bases de las provincias.
Respecto al emergente “pacto de unidad” y al cómo se movilizarían las agendas sectoriales, campesinas en este caso, y la agenda nacional, Gualberto Choque reflexionaba de esta forma:
“Cuando hablamos de unidad, hablamos de todos los problemas. El gobierno cuando se entera de temas sectoriales y regionales, los toma para ir a resolverlos así. Estamos manifestando nuestra unidad y unidad quiere decir “yo lucho por usted y usted tiene que luchar por mí”. Esto está en nuestro sarawi, es el ayni. Esa es la lógica en la que hemos entrado en un acuerdo.”
“La Ley de Hidrocarburos, hablamos nosotros de la nacionalización de los hidrocarburos. También estamos viendo el agua, tierra y territorio. Por eso estamos en unidad, porque nos hemos dado cuenta de que la lucha sectorial y regional no nos conduce a nada. Así como los politiqueros, en un pseudo pacto social y político se han organizado, ahí se miran las caras entre emenerristas, miristas, eneferistas, toda la fauna de politiqueros, ha sido contundente en la COB, los indios nos hemos vuelto a encontrar. Dejar todas las diferencias atrás, obviamente nuestras contradicciones las tenemos, pero las vamos a pulir en otro contexto, pero en este momento lo más adecuado es unirnos para luchar por nuestros derechos a vivir pues dignamente” (SERVINDI, Nº 60 Año 2005 - Edición de marzo).
El momento posterior fue un impacto muy fuerte a todxs aquellxs actores sociales. El aliento autonomista se vio subordinado al inadvertido acceso al poder central, la experimentación de la ingeniería de los movimientos sociales tuvo que afrontar la gestión pública a la que históricamente demandó y reivindicó derechos, y el devenir de las cosas, lo sabemos todxs. Los debates entre el MIP y el MAS, en el departamento de La Paz, dejaron de ser por principios y posturas políticas, el forcejeo partidario se tornó violento, y a Gualberto le tocó recibir escarnios, calumnias y hasta golpes.
Gualberto Choque como muchos líderes fue empujado a asumir algún rol, luego de ser diputado suplente y experimentar lo que míticamente se reitera en los movimientos sociales como “conocer el sistema desde adentro”, se distanció de toda esta vorágine que amenazaba con devorarlo. Retornó a la problemática de su comunidad, volvió a la universidad, su querida Universidad Pública de El Alto – UPEA, y a sus búsquedas personales.
Gualberto Choque Yahuasi tuvo tres hijos, que lo aman y lo tienen como un referente de pensamiento y fraternidad, así como muchos de sus compañerxs. Luego de una larga enfermedad, falleció el día 19 de junio de 2020 a los 62 años. Se lo enterró en medio de un encapsulamiento provocado por una pandemia global el día 21 de junio, día en el que se celebra el año nuevo andino amazónico, el Machaq Mara que alguna vez nos invitó a celebrar en el Monoblock de la UMSA. Su partida, así como su henchida voz, debe seguir estremeciéndonos y convocándonos a pensar en su trayectoria. Su testimonio llama a recuperar la energía de sus aprendizajes y la voz propia de la autodeterminación.
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*Ruth Bautista Durán, investigadora del IPDRS.