Los incendios en Bolivia queman, hasta la fecha, más de 3 millones de hectáreas en Santa Cruz, de los cuales el 44% se encuentran en áreas protegidas. En la Chiquitanía, las autoridades reportaron 47 incendios activos y 1.691 focos de calor y hay una capa de humo en Charagua y San José de Chiquitos.
Según un reporte del Sistema de Monitoreo y Alerta Temprana de Riesgos de Incendios Forestales (Satrifo), elaborado por la Fundación Amigos de la Naturaleza, en base a imágenes satelitales de la NASA del pasado 15 de septiembre, las áreas protegidas afectadas por el fuego son San Matías con 568.609 hectáreas, Otuquis con 294.345, Ñembi Guasu con 381.567, Tucabaca con 42.995 y Laguna Marfil con 33.505. Las cinco áreas protegidas suman 1.321.021 hectáreas dañadas por los incendios, lo que representa 44% del total de hectáreas quemadas en la región cruceña.
Hasta el 26 de agosto, los incendios consumieron más de 37.000 hectáreas en bosques en Paraguay. De esta cifra, 70% de los daños se encuentra en El Pantanal paraguayo, la cual forma parte del Gran Pantanal, segunda área natural de la región con mayor extensión, compartido por Brasil, Paraguay y Bolivia.
En Brasil los primeros indicios de los incendios se registraron el 15 de junio, cuando, a través de imágenes satelitales, se contaban más de 9.000 focos de incendio en la región del estado de Amazonas, El 19 de agosto, el humo generado, a la par de un frente frío, generaron que los contaminantes se posaran sobre la ciudad de São Paulo. Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE), desde el comienzo de 2019 hasta el 20 de agosto, dichos incendios sumarían un total de 72.843.
Estos hechos provocaron que en múltiples ciudades de la región se realicen diversas actividades buscando llamar la atención a gobernantes de los países afectados. La Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) que aglutina a los pobladores originarios y varias organizaciones sociales, se movilizó como forma de lucha y protesta, en el marco de la celebración del Día de la Amazonía (5 de septiembre).
La mayor protesta registrada fue la del 23 de agosto en Sao Paulo con cerca de 3.000 participantes, pidiendo mayor intensidad en los trabajos de control y planificación para restaurar la mayor selva tropical del mundo, lanzaron duras críticas al presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Se gritaron consignas como "Fuego a los fascistas", "Viva la Amazonía", "Fuera Bolsonaro" y "Fuera Salles", en referencia al ministro brasileño de Medio Ambiente, y otras. Similares manifestaciones se registraron en las ciudades de Río de Janeiro y Brasilia.
En el norte de quito Ecuador, se realizaron el 25 y 26 de agosto protestas frente a la embajada de Brasil, donde exigen realizar más trabajos para reducir el daño en los bosques y selvas amazónicas.
Exigiendo que el gobierno realice las inversiones necesarias para la reforestación y cuidado de animales nativos.
Le piden al presiente que rechazó los recursos de conservación del amazonas ofrecidos por el presidente de Alemania, no rechazar el apoyo externo.
En Bolivia, la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) el lunes 16 de septiembre inició la Décima Marcha de las Naciones Indígenas para exigir al Gobierno que declare desastre nacional por los incendios forestales en la Chiquitanía, la abrogación de la Ley 741 y el decreto supremo 3973 que autorizan los desmontes. Además, centenares de personas, jóvenes en su mayoría, se movilizaron el domingo 15 de septiembre en La Paz y otras ciudades para alzar la voz contra los incendios que han arrasado un millón de hectáreas de bosques y pastizales en la zona de la Chiquitanía. Una multitudinaria marcha recorrió por la noche las principales calles del centro de La Paz con pancartas que reclamaban "Ayuda internacional ¡ya!".
La negligencia de los gobiernos centrales de los países afectados puede tomarse como un atentado a los derechos humanos porque interviene drásticamente en la vida de los residentes de los bosques, áreas protegidas y territorios indígenas, sin contar con las múltiples y casi irreparables pérdidas en la Amazonía y en el Gran Pantanal, los cuales pueden considerarse como un patrimonio mundial.
El Movimiento regional por la tierra y territorio alienta, apoya y anima a las organizaciones de la sociedad a pronunciarse, a favor de esta lucha que se presenta en un contexto de emergencia climática y una profunda deslegitimación de los Estados centrales, en su defensa del modelo extractivo capitalista.