El pasado 18 de septiembre fueron expuestas dos investigaciones en torno al pueblo Qnas Soñi Chipaya en el Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios (CEBEM): “Qnas Soñi Chipaya como sistema de conocimiento frente al turismo” y “Migración y Resiliencia en el Territorio Chipaya”. Estas exposiciones manifestaron particulares estrategias de acceso a la tierra relacionadas con el carácter ancestral trashumante de los pueblos Qnas Soñi.
Entre los pueblos más antiguos que habitaron Sudamérica, son reconocidos los grupos Qnas Soñi o Gentes del Agua (2000 a 1500 años a.C.), más conocidos como Urus. Durante la conquista española, constituían un 25% de la población y habitaban un amplio territorio entre el eje circunlacustre de los Andes y la costa del Pacífico, como cazadores y recolectores. Actualmente, cuatro grupos se autoidentifican como Qnas Soñi en diferentes territorios, pertenecientes hoy a los Estados de Bolivia y Perú: Irohito (riberas del río Desaguadero, La Paz – Bolivia); Murato (provincias Pantaleón Dalence, Poopó y Cercado, Oruro – Bolivia); Chipaya (al norte del Salar de Coipasa, Oruro – Bolivia); y Chulluni (lago Titicaca, Chuquito - Perú).
La disminución poblacional que experimentaron los Qnas Soñi hasta el presente, se asocia con distintos procesos de colonización y conflictos interétnicos, que influyeron en la dispersión de los grupos y su ocupación sedentaria de determinados sectores del amplio territorio en el que circulaban antiguamente. En el caso de Chipaya, la ocupación del actual territorio se rememora mediante un mito de origen ampliamente difundido en los Andes, a partir del que se reconocen como Gentes del Agua. Hasta el presente, los pueblos vecinos de lengua aymara los denominan chullpa puchos: restos de momias o restos de los antepasados que vivieron durante la época presolar, pues según el mito, cuando terminó el tiempo de oscuridad y salió el sol, éstos sobrevivieron refugiándose en el agua, mientras que los demás pueblos fenecieron. El agua fue refugio, no solamente para sobrevivir a la salida del sol, sino para escapar de distintos colonizadores que pretendieron esclavizarlos.
El descenso del agua y una serie de conflictos que experimentaron con los pueblos vecinos, desembocaron en la ocupación del actual territorio Chipaya, cuyo carácter desértico, salino y arenoso, no ha impedido el desarrollo de complejas tecnologías para la crianza de ganado porcino y el cultivo de quinua, a través de un proceso de lavado de la tierra que expresa su sorprendente capacidad de manejo del agua.
Por otro lado, cada fin de año, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres chipayas, emigran hacia Chile para realizar trabajos temporales, aunque también existen familias asentadas que lograron acceder a la tierra en poblaciones del norte chileno, sin que ello determine necesariamente una ruptura total con el territorio Chipaya. Más allá de la tradicional comprensión de la migración ocasionada por la pobreza, los mismos chipayas afirman transitar dentro del amplio territorio en el que circularon antiguamente. Paradójicamente y en algunos casos, las familias que accedieron a la tierra en Chile emplearon determinadas estrategias identitarias, dado que el ordenamiento jurídico no reconoce a los chipayas como ciudadanos reales o potenciales.
Estas experiencias de acceso a la tierra y el territorio, tanto en Chipaya como en el norte de Chile, son estudios de caso que el Movimiento por la Tierra y el Territorio pretende incorporar a su plataforma en un futuro.
Para saber más sobre la exposición y las investigaciones: http://cebem.org/?p=3899