En un encuentro fraterno, se reunieron comunarios protagonistas de cinco casos del Movimiento Regional por la tierra y territorio en Paraguay. En este espacio los comunarios compartieron las experiencias de acceso a la tierra que fueron sistematizados por el Movimiento y los avances que tuvieron hasta ahora. Todos coincidieron que la propiedad colectiva es una estrategia de defensa ante el avance de la agroindustria de la soja.
En el encuentro, que se llevó a cabo la segunda semana de julio, participaron los actores de los casos Reconquista, Arsenio Vázquez, Tava Guaraní, Ñu Pyahu y Mariano Díaz gracias a la convocatoria de Bases- Is, equipo sistematizador de los cinco casos, además de otros tres de los 13 recolectados en ese país.
Los protagonistas, a tiempo de compartir yerba mate, relataron en guaraní, su idioma materno, que ahora que cuentan con tierra han tenido muchos avances. Dicen que cuentan con servicios básicos, centros de salud y escuelas en sus comunidades, lo que les permite vivir dignamente, aunque en algunos casos, aún el tema caminero está pendiente.
“Vengo acompañado de dos jóvenes que estudiaron su medicina en Venezuela y en Cuba, y de otro que acaba de terminar el colegio, quienes devolverán sus conocimientos a la comunidad. Ellos son el resultado de haber luchado por la tierra hace años”, dijo Julián Recolde, uno de los que peleó por el asentamiento en Tava Guaraní y profesor de la comunidad.
Los jóvenes resaltaron el esfuerzo de sus padres por luchar por la tierra y por una vida digna para ellos. Asimismo, resaltaron que esa lucha marcó su vida y su forma de pensar, por ello valoran no solo el esfuerzo de sus familias sino también la lucha en comunidad y la vida en el campo.
Autoconsumo y producción orgánica
Después de haber hecho un repaso de todas las consecuencias para acceder a la tierra, entre ellas pérdidas humanas y represión estatal, contaron que ahora están dedicados a la producción y al fortalecimiento de sus comunidades.
Reinaldo Sabanabria, comunario del asentamiento Reconquista, caso 1 del Movimiento, explicó que luego de muchos problemas durante cinco años para acceder a sus tierras y 11 años del asentamiento, hay 100 familias en 29 viviendas.
“No es grande, pero vivimos cómodamente en el terreno. Fuimos con un lema conquistar esa parcela y arraigarnos ahí”, dijo orgulloso Reinaldo.
Contó que, al igual que las comunidades de los otros casos, los comunarios producen para la venta y para el autoconsumo..
“Nos dedicamos en el autoconsumo eso es lo más sagrado para nosotros, poder tener las mínimas cosas para comer sin depender de otro ingreso, a parte tenemos productos de venta para salvar gastos”, señaló Reinaldo.
Además de esforzarse por priorizar el autoconsumo, todos los presentes en el encuentro contaron que también apuestan a la producción orgánica. Es el caso de Ñu Pyahu, donde existe la asociación que producen y vende yerba mate orgánica, producto muy valorado en Paraguay.
Sin embargo, entre las limitaciones para la producción está que muchas veces la calidad de los suelos que ocupan los pequeños campesinos en ese país es deficiente a diferencia de las otras tierras, que están concentradas en manos de hacendados.
“En cuanto a la producción estamos mejorando, producimos mandioca, maíz, maní, para consumo propio; para venta, cebolla y repollo. No está buena la tierra como tienen los terratenientes, los latifundistas, es desnivelada”, relató doña Ramona del asentamiento Mariano Díaz.
Propiedad colectiva frente a amenazas
Paraguay es el país en Sudamérica donde la tierra está peor repartida, y la mayor parte está en manos de agroindustriales y ganaderos. Asimismo, es uno de los países donde existen acaparamiento y avasallamientos de tierras indígenas y campesinas.
En este contexto, los campesinos tienen que generar estrategias para salvaguardar sus tierras ante los agroindustriales de la soja y los ganaderos, que muchas veces los amenazan o los agrenden personalmente.
Osmar Espinola de tava Guaraní contó que los productores de soja están al asecho de las tierras de su comunidad, porque hay una vasta extensión próxima con este producto que requiere más espacio, puesto que por ser monocultivo el suelo se degrada rápidamente.
La táctica de los sojeros es comprar una finca y a partir de ello convencer o presionar (con amenazas) al resto para que venda o por el uso de agrotóxicos muchos de los campesinos deciden abandonar sus tierras. Por ello, la propiedad comunitaria a través, principalmente de asociaciones de productores, es una estrategia de resistencia y defensa de su territorio.
“El modelo campesinado es más allá de ser familia es comunitario. En la época de la dictadura (1954-1989), los modelos de asentamiento era cuadricular una cantidad de hectáreas, pero el de ahora, de los campesinos es un modelo redondo parecido a la rueda de la carreta”, explicó Abel, técnico de Base- Is.
Casi todos coincidieron que la propiedad colectiva es una de las más efectivas de defensa no solo de sus tierras sino de la alimentación con productos sanos.
Al escuchar a los otros comunarios, Reinaldo de Reconquista, estaba más convencido de que el camino de su comunidad es generar un título comunitario frente al asecho de los ganaderos que amedrentan a los pobladores.
“Estamos manteniendo ese principio de llevar adelante esa comunidad comunitaria. Estamos ensayando para concretar a nombre de una asociación de productores, para que hay un título comunitario para que no haya problema. Hay problema con el título individual porque a veces la gente vende; y con eso facilitamos nuestra comunidad se puede convertir en estancia”, dijo Reinaldo con mucha seguridad e inspirado por las experiencias escuchadas.
Sin duda, este encuentro no solo sirvió para que los protagonistas de los cinco casos sistematizados en el Movimiento se conozcan entre ellos y las historias de cómo fue su acceso a la tierra, sino que compartan sus experiencias actuales de gestión y defensa de su territorio y sepan que no están solos en el camino de la producción familiar.