En el Movimiento Regional por la Tierra y Territorio hemos visto que detrás de cada uno de los casos inspiradores de acceso a la tierra existe un proceso largo de acciones concretas, protestas, búsqueda de alianzas, ensayo de estrategias y gestiones burocráticas de los campesinos y pueblos indígenas.
Las unidades familiares, las comunidades campesinas, los pueblos indígenas y las poblaciones afrodescendientes deben atravesar rituales impuestos por el Estado o enfrentar a grandes propietarios que demandan para sí las tierras. Esto está pasando en el caso de la campesina cajamarquina Máxima Acuña y la familia Chaupe, su familia.
Máxima y su esposo, Juan Chaupe, fueron víctimas de una violencia organizada desde la transnacional minera Yanacocha, sustentada por la estadounidense Newmont, el pasado domingo 18 de septiembre (ver el comunicado de la compañía Yanacocha). Una tropa de agentes de seguridad, vestidos y pertrechados de elementos antimotines, ingresó con violencia a eliminar los cultivos de los Chaupe en un área de 200 metros cuadrados que la transnacional reclama como sus tierras. Los esposos Chaupe fueron golpeados, y Máxima tuvo que ser evacuada a un hospital para recibir atención médica.
La intención de este grupo de seguridad privada fue poner a raya a los Chaupe, advertirles que no pueden cultivar en esas tierras que demanda como suyas la trasnacional. Se trata de una pelea entre David y Goliat en la que Máxima y su familia no han claudicado, a pesar del poder económico y político con el que se enfrentan.
Desde el Movimiento Regional por la Tierra y el Territorio, manifestamos nuestra solidaridad con Máxima Acuña, con la familia Chaupe y con todos los pequeños campesinos del Perú, de nuestra Sudamérica y del mundo que día a día defienden sus tierras con todos los medios posibles porque viven de ellas con base en su trabajo.
Escuche y vea el relato de la agresión aquí.