El caso 29 del Movimiento en esta ocasión nos presenta una experiencia que emerge desde la ecología popular entendida como las prácticas y el empoderamiento para hacerse cargo de la preservación de los bienes comunes en cada territorio y su comunidad. Este principio es llevado adelante por la comunidad de Villa Fátima ubicada en el municipio de Ascensión de Guarayos capital de la Primera Sección Municipal de la Provincia Guarayos, localizada al norte, de la capital del departamento de Santa Cruz, Bolivia. Villa Fátima se encuentra dentro de la reserva forestal Vida Silvestre Ríos Blanco y Negro creada en el año 1990.
Esta comunidad conformada por campesinos de Villa Fátima originarios de tierras altas bolivianas, adquieren la tierra través de la compra de posesión que acordaron con algunos habitantes del lugar, familia sin indígenas guarayos que vivían en ese asentamiento. Después de que las madereras arrasaran con los recursos, la gente nativa, vendió sus tierras a los campesinos para irse a la capital de la provincia o adentrarse más en las comunidades del Territorio que demandaba la organización Guaraya. Los relatos sobre la devastación del bosque son abundantes, y hacen referencia a la escasa capacidad que han tenido las autoridades para frenar esta situación.
Cuando los campesinos llegaron a estas tierras, pensaban encontrar un espacio fértil, abundante en recursos y fácilmente explotable. Con lo que se encontraron fue con una reserva forestal que les prohibía realizar sus labores agrícolas, como las sabían hacer en sus territorios de origen. A pesar de que al principio no fue fácil, los campesinos lograron adaptarse y crear nuevas perspectivas y maneras de relacionarse con su entorno. a demanda por tierra y por alternativas, el vínculo con varias organizaciones y la capacidad de formar su propia organización muestran un ejemplo más de lo que llamamos ecología popular.
La comunidad de Villa Fátima se organizó como comunidad, como Asociación y actualmente como comunidad intercultural. Que desarrolla propuestas productivas que son sustentables y genera organizaciones para incidir en las políticas ambientales de la región.
La mancomunidad, es uno de los aspectos que revisten de peculiaridad a este territorio, pues muestra la capacidad de poder reinventar su tradición, sus creencias y sus prácticas productivas y sociales conforme pasa el tiempo, cohesionándose para realizar una serie de proyectos y de acciones. Una muestra de la fortaleza de los lazos que se han formado, es que en algunas otras comunidades tanto indígenas como de campesinos migrantes es difícil la participación social, en faenas o cooperación se ha perdido, mientras aquí se reafirma constantemente.